Las tropas rusas ya han conseguido entrar en el norte de Kiev y el miedo, pánico y terror sigue creciendo. Una guerra que parecía que no iba a llegar nunca, ha crecido a pasos de gigante.
Ciudadanos intentando escapar y otros escondidos en bunkers. Supermercados vacíos y entidades bancarias colapsadas, esa es la imagen que está dejando esta batalla. Mientras, los pasos militares soviéticos avanzan rápidamente y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, asegura que, a pesar de que “las fuerzas de sabotaje del enemigo han entrado a la ciudad”, él y su familia, se quedan.
La ciudad amaneció bajo el fuego de bombardeos y el sonido de alarmas antiaéreas. Un segundo despertar, desde que comenzó la guerra, que se ha convertido en pesadilla para los ucranianos. Y es que, en solamente un día, han fallecido más de 130 personas. El Ministerio de Defensa ha pedido a los ciudadanos que preparen cócteles molotov para repeler la ofensiva rusa.
Mientras tanto, colas multitudinarias de horas de espera para escapar del país se han convertido en la estampa de esta batalla. Personas que salen corriendo, con lo puesto, dejando su vida atrás, para poder seguir con su familia. Una guerra de gigantes que la pagan civiles que no regresan a su hogar. Que pierden la vida.
Las embajadas se cierran y los miembros intentan regresar a su país de origen, como es el caso de España. Además, diferentes países ya le han hecho la cruz a Rusia que sufrirá numerosas sanciones con el objetivo de aislarla financieramente del sistema mundial.
Una batalla que no solamente se libra en Ucrania; se dispara el precio del gas y el petróleo mientras que Estados Unidos se aprovecha de la situación para hacerse con el mercado del gas europeo. Porque no hay guerra en la que no aparezca alguien a recoger los pedazos y quedárselos.