Julio Rapado se ha acercado al Hospital de Zamora para hacer sonreir a aquellos niños que no pueden pasar estas fechas en casa. Una sonrisa, una carcajada, que son a veces una gran medicina para aquellos que están perdiéndola por no poder salir de las cuatro paredes de su habitación de hospital.
Magia a cambio de sonrisas, de ojos que sonrien sin necesidad de boca, de labios; niños que habían perdido la ilusión de forma momentanea y que por unas horas olvidaron que estaban en el hospital. La magia, el ilusionismo, ese que nos hace sentirnos todavía niños que no lo saben todo, volvió a hacer de las suyas, volvió a cambiar el espacio y el tiempo. La tarde no fue tan larga en la cama del hospital, el lugar no era el mismo y por unas horas los niños dejaron de ser enfermos y volvieron a ser niños.
