Ucrania, tres años después: muerte, exilio y un futuro incierto en una guerra sin ganadores

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Tres aós después el conflicto sigue abierto, Zamora tuvo hasta 250 ucranianos acogidos bajo el paraguas de los refugiados de guerra, ampliaciones de visados especiales y permisos de trabajo siguen en vigor prórroga tras prórroga pero sin final cierto.

El 24 de febrero de 2022, el mundo despertó con el estruendo de la guerra en Europa. Rusia iniciaba su invasión a Ucrania con la intención de tomar Kiev en cuestión de semanas, confiando en una rápida ofensiva que apenas encontraría resistencia. Pero la realidad fue bien distinta. Tres años después, el conflicto continúa, dejando tras de sí un rastro de destrucción, muerte y un escenario geopolítico cada vez más incierto.

La guerra más técnica y controlada de la historia reciente

Desde el inicio, el conflicto entre Rusia y Ucrania ha sido una guerra marcada por el uso de la tecnología más avanzada en el campo de batalla. Drones, misiles de precisión, sistemas antiaéreos de última generación y la inteligencia artificial han jugado un papel clave. Sin embargo, lo que comenzó como un asalto relámpago por parte de las tropas del Kremlin ha derivado en una guerra de desgaste, con miles de kilómetros de trincheras y combates que recuerdan a los escenarios más cruentos del siglo XX. Desde el inicio España hizo su esfuerzo por refugiar a los más necesitados, Zamora vio como la solidaridad se hacía desde los pueblos, desde cualquier rincón buscando cobijo a los que llegaban en un momento duro y complicado de sus vidas que arrebataba un Putin sin escrúpulos que solo pensaba en anexionar lo que la sinrazón de su guerra permitía. Hoy tres años después sigue sin haber respuesta, sigue habiendo un verdadero campo de minas en una paz que nunca llega y en un poder establecido, el de los señores de la guerra que nunca frenan sus aspiraciones imperiales.

debastado

Con más de 13 millones de desplazados y una generación entera de ucranianos marcada por la devastación, las cifras de víctimas son escalofriantes: se estima que hay cerca de un millón de muertos entre militares y civiles de ambos bandos, si no son más, ya que las cifras de la destrucción de lo de cada uno nunca trascenderán. Mientras tanto, la comunidad internacional ha pasado de una implicación activa en la guerra a mostrar signos de agotamiento, con un apoyo cada vez más condicionado al desgaste económico y político que supone mantener la ayuda militar.

Europa en el limbo, Estados Unidos y Rusia deciden

En estos tres años, las posturas han cambiado significativamente. Volodímir Zelensky, el presidente ucraniano que en su momento simbolizó la resistencia, ahora enfrenta serios cuestionamientos tanto dentro como fuera de su país. Sus constantes llamadas de auxilio a Occidente ya no tienen la misma respuesta. La reciente cumbre ruso-americana, celebrada sin la presencia de Ucrania ni Europa, es un claro indicio de que los actores principales han cambiado las reglas del juego.

Estados Unidos, que ha inyectado miles de millones de dólares en ayuda militar, ahora busca una compensación por sus esfuerzos, mientras que Rusia sigue adelante con su plan expansionista, aunque a costa de un desgaste brutal en sus propias filas. Europa, por su parte, sigue atrapada en su eterna indecisión, temiendo las consecuencias de cualquier movimiento que pueda alterar su frágil estabilidad.

Las secuelas de una guerra sin ganadores

El impacto humanitario de la guerra es incalculable. Más de 7 millones de ucranianos han huido de su país, la mayoría mujeres y niños, formando la mayor diáspora desde la Segunda Guerra Mundial. Las ciudades ucranianas han quedado devastadas, y el conflicto ha dejado a las viudas y los huérfanos como testigos mudos de la barbarie.

niña marcada

Mientras tanto, el tablero geopolítico se sigue moviendo. Las potencias que en su momento proporcionaron tecnología, armas y financiación ahora parecen más interesadas en recuperar sus inversiones que en seguir sosteniendo la resistencia ucraniana. Con un panorama donde la fatiga de guerra es evidente y el apoyo internacional comienza a menguar, la pregunta es inevitable: ¿cuánto más podrá resistir Ucrania sin una intervención decidida de sus aliados?

Un mundo en guerra: más de 60 conflictos activos

Aunque el conflicto entre Rusia y Ucrania ha captado la atención mundial, no es el único escenario bélico que desangra el planeta. Actualmente, hay más de 60 guerras activas en todo el mundo, todas alimentadas por los mismos actores: los intereses económicos, la geopolítica y la ambición desmedida de los líderes que ven la guerra como un medio de expansión y poder.

La historia nos ha enseñado que en la guerra no hay ganadores, solo naciones destrozadas, generaciones perdidas y un sufrimiento humano incalculable. Y sin embargo, la humanidad sigue repitiendo los mismos errores una y otra vez.

Tres años después, la guerra en Ucrania sigue sin un final a la vista. Y mientras los líderes juegan su partida en el tablero geopolítico, las familias ucranianas continúan llorando a sus muertos, con la incertidumbre de si alguna vez podrán regresar a un país que ya nunca será el mismo.

Yo he estado allí dos veces en un país donde la belleza ha sido debastada ahora Ucrania es un tercer mundo en el primero y una economía de subsistencia sin hombres en las ciudades con niños y mujeres huyendo de un país que les acogía, su país, un país con sus pros y contras. pero en definitiva un país soberano con fronteras que se han vejado por la insólita fuerza de un imperio, el ruso que no sabe donde está el final. Si el mundo tiene reglas parece ser que nadie las acata, que todo da igual.

No ha enseñado nada ni una pandemia ni las catástrofes naturales, ni ningún miembro de la ONU esa organización que se creó para generar paz y ordenar los desórdenes que nadie entiende. El exterminio de la humanidad llegará por la locura de unos pocos, no de los que quieren vivir en paz ya sea en Ucrania, Gaza, Cisjordania, República Centro africana, Yemen, Irán, Irak, Noruega o España...antes fueron guerras de religión, después de territorio, después de poder económico o serán de cambio climático. El final lo marcará un loco nunca un cuerdo.

El caso es que nadie gana en una guerra, solo pierden los que importan, los que deben crear un futuro que no entiende de mayores o de dinero, sino que en la simple mentalidad del cariño de los niños está el seguro de que todo debería rodar de otra manera. Entre tanto la muerte, la destrucción y la sin razón siguen siendo la máxima para los grandes mandatarios, la paz no se lleva no es rentable para los intereses económicos, mierda de humanidad, mierda de guerra, mierda de políticos ....que Dios nos coja confesados y listos para morir siendo al menos humanos, yo al menos lo intento a diario, ojalá se aplicaran el cuento los que mandan tanto y tan mal.

Kiev banderas muertos recuerdo