viernes. 19.04.2024

Pese a la lluvia, los zamoranos y los pocos turistas que pasean por la ciudad soportan largas para venerar a la Virgen de la Soledad, que permanece expuesta en la Iglesia de San Juan.

 En una Semana Santa sin desfiles procesionales, la Iglesia de San Juan se ha convertido, junto al Museo de Semana Santa, en un lugar de peregrinaje para aquellos que quieren vivir más cerca una Pasión "descafeinada" por la pandemia, que ha obligado a suspender todos los actos.

La Virgen de la Soledad, de serena belleza y acusado realismo, fue tallada en madera de pino por el imaginero zamorano Ramón Álvarez por encargo de Joaquín Muñiz Arribas que la donó a la Cofradía de Jesús Nazareno, saliendo por primera vez en 1886.

En la procesión viste túnica y manto de merino negro, toca y puños blancos con encaje; ciñe su cintura con un cordón de hilos de oro. Su cabeza se toca con una sencilla corona de oro, plata, platino y piedras preciosas. A diario luce otra de metal dorado, con pedrería de fantasía.​

 

 

Ni la lluvia impide a los fieles acercarse a su Virgen de la Soledad