El judo zamorano cierra el curso con una gran gala de premios

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Tras los reconocimientos, la fiesta continuó con una multitudinaria paella popular

La Delegación Zamorana de Judo puso este fin de semana el broche final a la temporada con una intensa celebración que reunió a deportistas, familias y entidades colaboradoras en Morales del Vino. La cita, que comenzó el sábado por la mañana y se alargó hasta el domingo, combinó una emotiva gala de reconocimientos con actividades lúdicas y momentos de convivencia que reforzaron el espíritu de comunidad que caracteriza a este deporte en la provincia.

La jornada arrancó con la gala anual del judo zamorano, donde se premiaron los logros deportivos de la cantera, los medallistas en los Juegos Escolares y en campeonatos nacionales e internacionales, así como a los ganadores del concurso “Por qué me gusta el Judo”. También se reconoció al equipo de Copas de España y a figuras clave del entorno del judo que han contribuido al desarrollo de esta disciplina.

Uno de los momentos más emotivos fue el homenaje a Juan José Rodrigo, por su compromiso desinteresado y prolongado en el tiempo con el judo zamorano. En la recta final de la gala, se entregaron los tres grandes galardones del curso: la Diputación de Zamora recibió un premio por su apoyo institucional, recogido por el diputado de Deportes y Juventud, Juan del Canto Sevillano; el Club Judo Morales fue distinguido como mejor club del año por su sobresaliente rendimiento en competiciones autonómicas y nacionales; y Elena Bahamonde, también del Club Judo Morales, fue reconocida como la mejor judoca de la temporada tras proclamarse campeona de España, liderar el ranking nacional y situarse entre las mejores a nivel mundial.

Tras los reconocimientos, la fiesta continuó con una multitudinaria paella popular que reunió a cerca de 200 personas. La tarde dejó momentos tan distendidos como el partido de fútbol entre judocas y madres-padres, que terminó con un contundente 8-0 a favor de los jóvenes deportistas, seguido de hinchables, juegos y una cena compartida con viandas caseras.

La jornada concluyó con una sesión de cine y una peculiar acampada sobre el tatami, protagonizada por los judocas mayores de ocho años. Las risas, las guerras de almohadas y el pacto de “al que se duerma, se le pinta la cara” alargaron la noche hasta casi el amanecer, cerrando así una celebración marcada por la alegría, la participación y el orgullo por una temporada difícil de igualar.