"No soy de ópera, pero esta noche me he emocionado": el público se rinde ante la Gala Lírica en la Catedral
Zamora vivió este 25 de julio una de esas noches que se graban en la memoria colectiva. La Plaza de la Catedral se convirtió en un escenario mágico donde la ópera dejó de ser un género lejano para abrazar a todos los públicos. La Gala Lírica inaugural de LittleOpera Zamora no solo ha marcado el inicio de su décima edición, sino que ha confirmado que el bel canto también tiene acento zamorano.
“No soy muy de ópera, pero esta noche me he emocionado”, confesaba Julia, una vecina de San José Obrero, con los ojos brillantes al terminar el concierto. Como ella, decenas de personas se acercaron al evento sin saber muy bien qué esperar, y salieron transformadas.
Desde primeras horas de la tarde, los bancos y sillas colocados en la plaza comenzaron a llenarse. Algunos llegaron con cojines bajo el brazo, otros con abanicos y botellines de agua para aliviar el calor del día. Pero todos compartían la misma expectativa: vivir algo especial. Y no se fueron decepcionados.
El momento en que Elena Sancho Pereg interpretó varias de las arias más conocidas del repertorio provocó un silencio absoluto que terminó en una ovación espontánea. “Qué potencia, qué sentimiento… no hace falta entender italiano para notar que te atraviesa”, comentaba Paco, un joven de 26 años que había venido con su pareja desde Benavente “por curiosidad”.
La entrada de Airam Hernández, con su registro potente y brillante, arrancó también suspiros y un aplauso cerrado tras cada intervención. La complicidad entre ambos artistas, la dirección precisa y elegante del maestro Guillermo García Calvo, y el empaste perfecto de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León con los coros Calderón Lírico de Valladolid con integrantes zamoranos, crearon momentos de belleza pura.
Un grupo de turistas catalanes comentaba entre pieza y pieza: “Esto no lo vemos ni en Barcelona por 20€ ni de broma. Es increíble el entorno y la organización además de la importancia del elenco”. Y tenían razón. Porque además de la calidad artística, la gala fue un regalo para la ciudad.
Otro de los momentos más celebrados fue el bloque final, con una selección coral que llenó de fuerza y emoción el atrio de la Catedral. Las luces suaves, el sonido envolvente y la acústica natural de la plaza hicieron el resto.
Para María y Tomás, un matrimonio mayor que asiste cada año, “esto no es solo música, es cultura viva, es sentirnos orgullosos de ser zamoranos”. Porque en estos diez años, LittleOpera ha tejido algo más que conciertos: ha creado comunidad, curiosidad, conexión con la lírica y con el propio patrimonio zamorano.
La gala terminó con un aplauso unánime, prolongado, de esos que no necesitan palabras. Los artistas saludaron varias veces mientras el público se levantaba. La Catedral, iluminada en tonos cálidos, parecía devolver el aplauso.
Zamora vivió anoche uno de esos momentos donde la música y la emoción se dan la mano. Una noche para la historia. Y lo mejor es que esto no ha hecho más que empezar.