Flamenco junto a la piedra
La Plaza de la Catedral acoge el Festival de San Pedro, con el Zambo, Chiquetete, El Cabrero y Regina de Huelva.
En la Plaza de la Catedral, junto al románico y la piedra, cerca del río. Así la noche, visperas de San Pedro, anoche mismo, desde el ocaso hasta bien entrada la madrugada. Zamora celebraba la XLIV edición de su Festival de Cante Flamenco, uno de los más antiguos de cuantos existen, y lo hacía con un cartel que no defraudó a los aficionados, a pesar del relente de la madrugada que se clavaba en las carnes como un cuchillo.
Después una pausa, tiempo de vino y de viandas, de reencuentros y de brindis. Y ya después, los cantes de anarquía y libertad, la personalidad arrolladora de El Cabrero, que brilló con luz propia en la noche de estrellas junto a la cúpula; la voz del pueblo, el silencio de la toná tan por el aire. Bulerías, Luz de Luna; "en los pechos de los montes me amamanto, en las cornisas de los riscos me sostengo". La liturgia.
Y así, con la emoción a flor de piel y el frío calando hasta los huesos, vino como un prodigio la voz portentosa de Regina de Huelva con la guitarra de Paco Cortés, agua cristalina, fandango, granaína, la magia y el misterio. Profunda, con solera, con ecos antiguos y mirada al futuro, tan limpia, apuntando a lo alto mientras el reloj avanzaba hacia las tres de la madrugada para un fin de fiesta con Alba Luna y su grupo. Alegría para vencer el sueño, víspera de fiesta grande.
Al toque, Rubichi, Fran Cortés, Gastor de Paco, Antonio del Gastor y Paco Cortés, alma y compás, haciendo de seis cuerdas un universo, rasgando, acariciando, rompiendo la noche en acordes.
Y después el silencio, la noche sobre la Plaza de la Catedral, la ciudad que duerme. Una ciudad con eco flamenco que cada año, cuando llega San Pedro, se perpetúa con el cielo por techo, junto a la piedra.