Este verano ha dejado una triste huella en Castilla y León, no solo por los incendios que han arrasado montes y ecosistemas, sino también por la fragilidad de la sanidad rural, según denuncia UGT Servicios Públicos.
El sindicato advierte que, mientras las llamas avanzaban, los centros de salud rurales se vieron desbordados por un aumento de la demanda asistencial. Pacientes con crisis respiratorias, reagudizaciones de EPOC y ataques de ansiedad derivados de evacuaciones se enfrentaron a plantillas reducidas por vacaciones y sin refuerzos adecuados, lo que puso de relieve la precariedad del sistema en el medio rural.
La Unidad de Quemados del Hospital Río Hortega de Valladolid también sufrió el impacto, llegando a acoger hasta siete pacientes críticos, uno de los cuales falleció. La falta de espacio y recursos obligó a derivar algunos pacientes a otros centros, como el de Getafe, y a utilizar camas en unidades no especializadas. UGT subraya además que el personal de enfermería de refuerzo, sin experiencia suficiente para casos complejos, tuvo que enfrentarse a situaciones extremas sin el apoyo necesario.
El sindicato critica que la Junta de Castilla y León no haya ofrecido datos oficiales sobre el impacto sanitario real de los incendios ni sobre la carga asistencial soportada por hospitales y centros de salud. Por ello, exige transparencia total y un refuerzo urgente de la Atención Primaria rural, así como incentivos reales para cubrir plazas de difícil cobertura y garantizar equipos estables y preparados en el medio rural.
UGT alerta de que las emergencias climáticas se repetirán y que la sanidad no puede seguir afrontándolas con plantillas bajo mínimos, advirtiendo que “la sanidad rural se quema dos veces: primero con el fuego, y después con el abandono de la Junta”