Benavente, donde la fe y la tradición se entrelazan en Semana Santa

El patrimonio escultórico, enriquecido por artistas como Pío Mollar y José Alonso Coomonte, es un legado invaluable que embellece las calles y alimenta el alma de la ciudad

La Semana Santa en Benavente va más allá de lo religioso: es un tesoro cultural. Su imaginería procesional es un reflejo de diferentes épocas históricas y gustos estéticos, desde retazos medievales hasta efectismos barrocos y estilos decimonónicos

Domingo de Ramos Benavente. Imagen Interbenavente
photo_camera Domingo de Ramos Benavente. Imagen Interbenavente

En las calles de Benavente, la Semana Santa no es solo una celebración religiosa, es una manifestación arraigada en el alma de su gente, una expresión de fe que se remonta a tiempos inmemoriales. En medio de la solemnidad y el recogimiento, las procesiones llenan las calles empedradas, llevando consigo siglos de historia y devoción.

Las icónicas iglesias y capillas de la ciudad, como la de la Soledad, Santa María de Azogue, San Juan del Mercado y la Virgen del Carmen, son testigos mudos de esta tradición centenaria. Desde estos venerados lugares, las procesiones de Semana Santa comienzan y culminan, tejiendo un tapiz de fervor y espiritualidad en cada esquina.

A lo largo de los años, tres cofradías laicas han sido pilares fundamentales en estas celebraciones: la Vera Cruz, el Santo Entierro y Jesús Nazareno. Sus motivos procesionales, como el Cristo de la Salud y Jesús Nazareno, son venerados por generaciones de benaventanos, marcando el corazón de la ciudad con su presencia emotiva y sagrada. El clímax de la Pasión se alcanza durante la gran procesión del Viernes Santo, donde todas las cofradías laicas se unen en un desfile impresionante. 

Pero la Semana Santa en Benavente va más allá de lo religioso: es un tesoro cultural. Su imaginería procesional es un reflejo de diferentes épocas históricas y gustos estéticos, desde retazos medievales hasta efectismos barrocos y estilos decimonónicos. El patrimonio escultórico, enriquecido por artistas como Pío Mollar y José Alonso Coomonte, es un legado invaluable que embellece las calles y alimenta el alma de la ciudad. 

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