"En 35 minutos lo perdimos todo, hasta nuestra casa": el incendio que arrasó el sueño de una pareja de Málaga asentada en Sayago

La pareja de Málaga junto al chamizo que han construido para comer y guardar enseres
Dejaron la capital malagueña hace cuatro años para comenzar una nueva vida en la España Vaciada con un pequeño ganado de ovejas y sus perros, pero el pasado 14 de septiembre un fuego lo arrasaba todo: su finca de 6.000 metros cuadrados, su casa y sus sueños. Cuatro años de esfuerzo reducidos a cenizas en poco más de media hora. Desde entonces, Israel Sepúlveda y Ofelia Amores duermen en su coche, sin ayuda institucional y solicitando auxilio a las asociaciones solidarias

El 14 de septiembre cambió para siempre la vida de Israel Sepúlveda y Ofelia Amores. En apenas 35 minutos, el tiempo que tardaron los efectivos de la Junta de Castilla y León en llegar a la finca situada a cuatro kilómetros de Moral de Sayago, un incendio forestal arrasaba más de veinte hectáreas y con ellas el sueño que esta pareja había levantado durante cuatro años. Perdieron dinero, papeles, enseres, algunos animales y su hogar. Todo reducido a cenizas, hasta la motosierra. Desde entonces, sobreviven como pueden, duermen en el coche y apelan a la solidaridad de asociaciones que se han creado tras los incendios en la Sierra de la Culebra y Sanabria, mientras sostienen, ya resignados, que la Junta de Castilla y León “ni nos ha concedido ningún tipo de ayuda ni nos la dará”.

Israel asegura todavía recuerda cada minuto de aquel día. “Estuve llorando dos semanas seguidas”, confiesa. Eran las cuatro de la tarde y dormía la siesta. Ofelia, en otra sala de la casa, leía tranquilamente cuando un olor a quemado la hizo salir a la puerta. “Vi una columna de humo, y en cuestión de segundos ya estaba el fuego encima”, relata. No hubo tiempo de reaccionar: en apenas 35 minutos, el incendio había devorado la mayor parte de lo que poseían. 

La finca de Moral de Sayago tras el fuego del 14 de septiembre

Su finca, de más de seis mil metros cuadrados, quedó calcinada. Allí habían levantado su refugio, un pequeño proyecto de vida rural con ovejas y perros, alejados del ruido de su ciudad natal, Málaga. El fuego arrasó veinte hectáreas y mató a tres de sus ovejas, de un rebaño de treinta. Uno de sus perros sufrió quemaduras en las patas, aunque logró recuperarse. “Nos quedamos sin nada: dinero, papeles, herramientas, ropa... todo”, sostiene Ofelia Amores, que no esconde lo duro de su decisión, la difícil integración en pueblos pequeños y una queja por la falta de ayuda institucional.

Los primeros días tras la catástrofe fueron los más duros. Comían en el comedor social, hasta que el sacerdote del pueblo les donó comida. Algunos pocos vecinos les dieron ropa y algunos enseres. A falta de casa, han improvisado un pequeño chamizo como comedor y duermen en un coche averiado tras un accidente sin consecuencias cuando Ofelia Amores iba al volante y la deslumbró el sol de las primeras horas de la mañana.

Resignados, pero no conformes, la pareja insiste en que la Junta de Castilla y León no les ha ofrecido ningún tipo de ayuda. “Nos dicen que no nos corresponde nada”, protesta Israel. Ellos, sin embargo, siguen apelando a las asociaciones creadas tras los incendios de la Sierra de la Culebra y Sanabria, con la esperanza de que alguien les tienda una mano. Calculan que necesitarían más de 15.000 euros para reconstruir lo perdido, aunque de momento solo cuentan con la voluntad de resistir unos meses y, probablemente, trasladarse a otro municipio.

Israel muestra los restos de la motosierra calcinada

“Queríamos una vida sencilla, entre animales y naturaleza. Encontramos esta finca gracias a la plataforma Juntos por Sayago, la compramos y nos asentamos aquí. Nunca imaginamos que acabaríamos así”, lamentan. Ahora, con la mirada puesta en el futuro, se aferran a no perder del todo la esperanza: “No nos queda otra que resistir un poco más, arreglar todo esto y, si no hay otra salida, trasladarnos a otro pueblo. Pero de Moral no nos vamos sin luchar”, aseguran.

Un mes después de la tragedia y entre las ruinas de lo que fue su hogar, Israel y Ofelia encarnan el rostro más duro de la despoblación rural: aquellos de quienes llegaron para dar vida a un pueblo de la España vaciada y hoy se sienten olvidados. En Moral de Sayago, solo los restos visibles de aquel incendio recuerdan que en 35 minutos puede arder un sueño entero.