Ha pasado un año, Agus

Ha pasado un año, Agus. Un año desde que esta puta enfermedad te llevó de nuestro lado, desde que el maldito cáncer no te dejó luchar más. Ha pasado un año duro, largo, un invierno zamorano.

Ha pasado tanto y tan poco, porque todavía pienso que vas a aparecer por el Ruta, por la bocana de vestuarios y vas a ver allí los minutos finales. Vas a sufrir con nosotros, con Huguito, con Manu, con los que nos quedábamos lo más cerca que podíamos del césped, los que empujábamos como podíamos.

Y luego nos vamos a volver a abrazar, porque lo hemos logrado Agus, nos hemos salvado, seguimos luchando, estaremos un día más peleando. Nos abrazábamos por nuestro Zamora, sí, pero nos abrazábamos porque tú seguías luchando, porque tenías buena cara, porque nos dabas ánimos a los demás.

Todavía piso el verde algún día, en esta pretemporada, y creo que vas a aparecer por allí, como esa pretemporada de hace dos años con tu pelo rubio y tu sonrisa eterna, con esas ganas locas de jugar al fútbol, de gritarle al mundo que tú podías con todo.

Ha pasado un año desde que se me cayó el mundo a los pies, se me cortó la comida, me inundó la rabia y sólo pude coger la burra, la flaca, la bicicleta y pedalear con rabia ladera arriba. Creo que pocas veces he subido tan rápido las cuestas de mi pueblo. Quería gritar, llorar, descargar todo el odio y sin embargo no podía hacer nada.

Y el resto ya lo sabes, porque sigues cerca de nosotros. Nuestro Zamora sacó el pundonor que tú siempre has tenido y le complicó la vida a los más grandes. Tu Vero, cada vez que se calza las zapatillas de correr, lo hace con tu 4, con tu nombre, contigo a su lado, corriendo como un tándem, como siempre estuvisteis. Y los demás aquí seguimos, peleando día a día, levantándonos cuando nos fallan las fuerzas y recordando, cada vez que cerramos los ojos, que siempre amanece.

Para hablar de ti, de lo que te echo de menos, no me hace falta hablar de ese golazo en Huesca, o de esos partidos a cara de perro en la medular. De los inviernos, los veranos, los entrenamientos en el Ruta de la Plata. No, no me hace falta hablar de lo buen futbolista que eras, porque tu figura, Agustín, era muy superior a todo ello.

Ha pasado un año, Agus, y todavía algunos no nos lo creemos. O no queremos. Me lo recuerda tu foto al salir de la bocana de vestuarios. Porque la veo cada domingo, y muchos jueves cuando bajamos a ver a tus compañeros, esos que no quisieron vestir el 4 porque siempre será tuyo pero a los que la federación les obligó. Y luego lo hicieron como homenaje. Y los días que vestían tu camiseta lo hacían con más rabia.

Ha pasado un año, Agus, y a los que no te llegaron a conocer como yo pude hacerlo, entre todos, sin querer, los hemos convencido de que eras un tio especial. Porque lo cuentan tus compañeros, esos que vienen a veces a jugar aquí y siempre se acuerdan de ti, esos que aquel día viajaron hasta Peleagonzalo a despedirte por última vez. Esa cara del fútbol, de la vida, que nadie contará jamás y que yo me guardo para mi, triste, sí, pero a la vez preciosa.

Mañana estaré con tu familia en Peleagonzalo, con Paco, con Marian, con Vero, con todos esos amigos que todavía tienes por aquí y que algún día volverán a abarazarte. Ha pasado un año, amigo, y los días se nos hacen largos aunque al caer la noche siempre, siempre, siempre recordemos que la vida es para vivirla, no para comprenderla; y que siempre amanece.
Agus, amigo, me gusta pensar que ahí donde estés, allí donde espero que te lleguen estas letras y todo el cariño que te tenemos, estés sonriendo, siendo tan feliz como siempre fuiste y sigas dándonos fuerzas a los que tanto te queremos.