Traficar con la muerte en las residencias de ancianos, todo un sistema en contra del sentido común y la misericordia
Pocas son las Residencias que se libran, el negocio está claro que se montó entre administraciones sin miramientos y que quisieron pagar favores previos a capitales privados ávidos de hacer un dinero que al final fácilmente cae mes a mes, y que descansa entre pensiones domiciliadas y subvenciones de la diferentes administraciones ya sean la central o las autonómicas.
Vergonzoso y cruel, indigno y todo un cazo que se llena, rebosa y definitivamente asquea y más cuando se trata de vidas humanas. Un sin sentido que podría volver a darse en menos que canta un gallo si no cantó ya esta misma mañana. El 69% de las muertes por coronavirus se produjo en centros de mayores y la tendencia es a que vuelva a ocurrir lo mismo. No hay legislación al respecto y se siguen produciendo contagios por mucho que las autoridades intenten tapar datos.
Son pocas las residencias en las que las cosas salen como el sentido común y la dignidad humana dicen que tendría que ser. Se contarían con los dedos de una mano las que hacen las cosas bien, puesto que detrás de todas ellas el negocio es lo que prima, por muchas declaraciones de intenciones que haya, y aunque es reconocible donde no se flaquea, la administración autonómica aquí no tiene ni un suspenso, el muy deficiente ya no es ni siquiera la nota que ponen Médicos Sin Fronteras, la cosa va más allá en su escalofriante informe que tiene decenas de casos en los que la raza humana se convierte en otra especie despiadada y sin escrúpulos.
Sin ir más lejos y tras sufrir en las mismas carnes de mi familia, el peso de esta pandemia, mi madre, Luisa Rojo Palacios falleció en Ciudad Real, el pasado 10 de abril de 2020. Un Viernes Santo fatídico en el que al menos a ella si que pudimos trasladarla al hospital de Ciudad Real donde aguantó tan solo 5 días, quizá por aquello de que mi hermana es enfermera y mi cuñado médico.
Cuando llegó al hospital, una neumonía bilateral se la había comido por dentro. Cinco días, y claro, patologías previas, y claro, 75 años y claro, otra Residencia donde no había problema en cobrar los 1.500€ que mes a mes salían de la pensión y ahorros de mi padre y una ayuda de la JCM muy similar a la que cobraba por persona dependiente en Castilla y León porque era la mejor residencia de la zona,...después de lo ocurrido, por mucho que supongan que quisieran a mi madre les perdió la avaricia y la indignidad.
Y ahora el caso: la crueldad de la muerte y el aprovechamiento de la Residencia Santo Ángel en Ciudad Real, en la que cuando un anciano entra, firma un contrato junto con los familiares en el que la letra pequeña dice..."que si te mueres el día 1 del mes, los 1.500€ que pagas se los come la residencia" y tras ello la desfachatez en la que encima ocupan la habitación volando, te llaman para que vayas a buscar la ropa de tu madre puesto que hay que ocupar la plaza. Al menos en el caso de mi madre puesto que a los dos días de su fallecimiento, ya había otro usuario en su habitación aquí lo de guardar ausencias no se lleva y la pena es que nunca más volvió a ocupar su habitación.
Pataleta no, asco y vergüenza ajena si, rabia también, que además se transforma en un sentimiento de ira y tristeza por la usura en este caso, por la indignidad y falta de escrúpulos. Estos señores se han llevado de mi familia la parte proporcional no consumida, ni en estancia, ni en comida, ni en el caso que pudieran hacerle sus empleados. Claro está que tengo derecho a contar este tipo de vicisitudes, para que al menos los que tengan que llevar a sus mayores a este centro sepan que es lo que pasa, y se piensen antes de dejar allí a un ser querido, puesto que esto no lo explican nada más que cuando hay un fallecimiento. ¿Duro? Está claro que cuando dejas a un ser querido en una residencia es porque no puedes hacerte cargo de él, no por ganas ni falta de cariño. Pero lo que está claro es que una residencia, es un negocio, al menos donde estuvo mi madre claro tengo que lo es y la dignidad y la religión de la que tanto presumen tendrían que hacérsela mirar, porque de misericordia nada y de mucha cláusula abusiva en los contratos mucho.
Otras cosas han sido todas las que han ocurrido en estos momentos de pandemia, que más allá de dignificar las residencias parece o al menos a mi así me llega no dejaría a ningún familiar ni harto a vino. Y no por los profesionales que cuidan de nuestros mayores que a muchos de ellos también les ha costado la vida, sino por este gobierno, el central y el autonómico, me da igual en que Comunidad, que han permitido que nuestros mayores no sean tratados en su final como es debido y a muchos se les haya negado hasta la asistencia en un hospital, que pese a quien pese han mantenido con sus impuestos, no olviden que ellos también han sido cotizantes y aunque pasaran a ser pensionistas sus derechos tenían.
El baluarte de nuestra sociedad fueron siempre nuestros mayores por su experiencia y sabiduría, en Japón y en las culturas milenarias se les venera, aquí parecen despojos, estorbos, así lo veo, y así lo siento hoy tras más de 5 meses sin mi madre y en el aniversario de su boda 52 años después. Ellos van a morir de pena por su aislamiento, puesto que una hora al día o media a la semana como en otros muchos centros no dan a nuestros mayores más que un quebradero de cabeza y seguro los matamos de pena.
Mi cabreo, mi estupor y sobre todo mi condena hacia una sociedad que ha mirado a otro lado y que si, indignada y muy efusivamente muestra su repulsa por estos casos, pero que poco o nada hace por nuestros mayores, hoy preocupa más, el endeudamiento del país, la economía, el turismo, esos son los problemas...pero y la dignidad humana y el cuidado de nuestros mayores, ¿lo tienen en cuenta?