(Para Ángel Hernández, que cumple hoy su última procesión como jefe de paso del Cristo del Espíritu Santo)
Será esta noche y será en la intimidad que presta la lana blanca, la caricia de abril, el silencio de puertas para adentro. Será esta noche, después de casi 40 noches de los Dolores, después de casi 40 procesiones, toda una vida desde los impulsos de la juventud hasta el poso que da la madurez.
Ángel Hernández hará esta noche su última procesión como jefe de paso del Espíritu Santo, su Cristico del arrabal. En silencio, con el orgullo de haber compartido tantas emociones y vivencias al frente del paso donde ha visto curtirse a sus dos hijos a la luz de los tenebrarios, como él mismo recordaba en una carta de despedida que es un tratado de humildad y amor que muchos deberían leer para saber retirarse a tiempo y dejar paso a la sangre nueva, a los que vienen detrás.
Será hoy, será esta noche. Los cofrades de acera y muchos de los penitentes de la fila permanecerán ajenos al cúmulo de emociones que Ángel va a sentir a los pies de su Cristo en este último paseo desde el arrabal hasta la Catedral guiado por sus ojos, por las indicaciones de su voz. Será esta noche y probablemente la cogulla oculte alguna lágrima que quedará en un segunda plano por la satisfacción, el honor y el orgullo de haber sido el timón del Cristo del Espíritu Santo durante casi cuatro decadas, un Cristo que va prendido a su corazón y a su propia vida.
Quizá por eso Ángel no quiso despedirse, sólo dar las gracias: a los directivos, a sus hermanos de paso, a los cotaneros, a los que ya no están. Gracias por tanto compartido. Gracias por cada noche, por cada momento, por cada latido hombro con hombro en la noche del Viernes de Dolores, cuando una paloma sobrevuela el barrio humilde y un Crucificado gótico sale a las calles acompasando su paso al de los tambores destemplados, perfumando la ciudad de incienso y piedad.
Me hubiese gustado tener otra foto junto a tu Cristico, pero me gusta ésta, tan reciente, donde se te ve en la penumbra descendiéndolo de la pared al altar como víspera de la procesión. Así, en la penumbra, como tú eres, uno más entre los tuyos, uno más junto a Él.
Será esta noche. Muchos no lo saben. Pero los que lo sabemos y te queremos estaremos ahí, abrazándote desde la acera, desde los balcones, desde la distancia, y dándote las gracias por abrir la puerta y dejar la estela de tantos años, de tanto amor. Tu Cristico del arrabal siempre va contigo, Ángel. Háblale hoy como tú sabes cuando lo tienes tan cerca, dile nuestros nombres para que nos conozca, susúrrale nuestros sueños para que nos ayude.
Será hoy, será esta noche y será en la intimidad. Y el Crucificado del Espíritu Santo, que sí lo sabe, abrirá los ojos, te sonreirá desde la Cruz y te dará las gracias por esas miles de cosas que quedan entre vosotros dos.
Gracias a ti, por tanto.