Opinión | 25N: cuando ser mujer sigue siendo una sentencia en pleno siglo XXI
En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el 25N, la reflexión vuelve a imponerse ante una realidad que sigue golpeando con dureza: mujeres asesinadas, acosadas, amenazadas y obligadas a vivir con miedo por el simple hecho de ser mujeres. No es una fecha simbólica, es un grito que se renueva año tras año.
Hoy, 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, parece un día más en el calendario, pero está marcado con fuerza por toda una vida de lucha. Porque las mujeres, desde el principio de los tiempos, hemos soportado acoso, vejaciones, desigualdad, maltrato y muerte. Y este año, en pleno siglo XXI, ya contabilizamos 35 mujeres asesinadas. Treinta y cinco vidas arrebatadas. Treinta y cinco historias truncadas. Y no solo cargan contra nosotras: también contra nuestros hijos, niños pequeños que pagan con su vida algo que jamás debería estar en su horizonte.
Con estas líneas solo quiero reflexionar. Basta con preguntar a cualquier mujer para que pueda relatar algún episodio de violencia: un acoso laboral, un comentario ofensivo en la calle, un miedo constante que no aparece en las estadísticas pero pesa a diario. Todas acumulamos vivencias que nunca debieron ocurrir. Todas sabemos que el “a mí no me pasará” es un espejismo frágil.
Es profundamente triste que, en pleno 2025, la mujer siga siendo un objetivo de violencia por el simple hecho de existir. Ya basta. Estamos hartas de lo mismo, hartas de morir porque alguien decide que nuestra vida no vale. Cansadas de caminar hacia casa con un miedo atroz que aprendimos desde niñas. Cansadas de que nos señalen por llevar una falda corta, como si la ropa justificara la agresión. Cansadas de tener que avisar al llegar a casa: “Estoy bien”. Cansadas de los abusos, de los techos de cristal, de la carga emocional que nos dice que callemos, que no exijamos, que no incomodemos.
Solo queremos vivir. Llegar a casa tranquilas. No tener que seguir leyendo titulares que narran, día tras día, la historia de otra mujer que no tuvo la oportunidad de contarlo. Por hoy, por mañana y por todos los días de nuestras vidas, debemos seguir reivindicando.