Juan Sabas: “Si ganamos, nos quitamos un peso de encima y podemos empezar a soñar”
A seis partidos del final de liga, el Zamora CF afronta una salida decisiva frente al Amorebieta con la necesidad de romper una dinámica que le ha dejado en “tierra de nadie”. Así lo reconocen desde dentro del vestuario, donde el margen para el error se estrecha jornada tras jornada. El equipo rojiblanco llega al duelo tras encadenar dos derrotas consecutivas y con la sensación de haber merecido más, especialmente en el último encuentro.
El equipo ha trabajado durante la semana con la vista puesta en un rival que, aunque ocupa el último puesto de la clasificación, se crece en casa. "Es un partido trampa", avisan desde el cuerpo técnico. El Amorebieta ha sumado en su feudo la mayoría de sus victorias esta temporada, incluyendo triunfos ante aspirantes al ascenso como la Ponferradina y empates valiosos frente a equipos como la Cultural Leonesa.
Desde el vestuario zamorano se preparan para un encuentro “a vida o muerte” para los vascos y de altísima tensión también para los rojiblancos. “Estamos en una zona relativamente cómoda, pero si pierdes te metes en problemas”, señalan desde el cuerpo técnico, que insiste en la necesidad de sumar los tres puntos para escapar definitivamente de la zona baja y alimentar, aunque sea de forma remota, las opciones de alcanzar los playoffs.
El cuerpo técnico lamenta las bajas con las que acude a la cita: Roni y Guille Macho por sanción, además de la ya conocida de Juanan, aún fuera de la dinámica del grupo por una lesión de larga duración. A ello se suma el desgaste físico acumulado por varios jugadores, lo que podría provocar cambios en el once inicial para adaptarse a un terreno de juego que se espera pesado por las condiciones meteorológicas.
A pesar de las dudas y de la igualdad reinante en la clasificación, desde el Zamora CF se aferran a una idea: ganar supondría alcanzar los 47 puntos, cifra que podría ser definitiva para alejar fantasmas. Y aunque el ascenso parece lejano, la falta de regularidad en los equipos punteros deja una puerta entreabierta a la sorpresa. “Este año está barato meterse arriba”, reconocen, conscientes de que el futuro pasa por no fallar más.