Saludos del administrador diocesano, José Francisco Matías, al nuevo obispo de Zamora: "Vienes a una diócesis con 11 siglos de historia y ubicada en la España Vaciada"

"La rapidez con la que se desencadenaron los acontecimientos en los últimos días de nuestro anterior obispo, Gregorio Martínez Sacristán, hizo que esta Sede quedase vacante por el fallecimiento de éste. Hoy, damos gracias al Señor que ha tenido a bien el proveer esta Iglesia Particular con un nuevo Pastor". Con esta introducción, el administrador diocesano, José Francisco Matías, daba la bienvenida al nuevo obispo, Fernando Valera.

"Desde aquel 20 de septiembre de 2019, fecha del fallecimiento de Gregorio, hasta el día de hoy, y con la pandemia de la COVID-19 por medio, hemos invocado al Señor que nos asistiese en nuestras necesidades, que tuviésemos puesta la confianza en Él, y que mantuviésemos la esperanza en momentos en los cuales la realidad social era dura de asumir y la vivencia eclesial pasaba por la fe, la comunión y la creatividad, y todo vivido sin la figura del Pastor.

Quiero dar gracias a Dios porque en esta situación hemos sentido su calor de Padre, su acompañamiento, su protección, su guía por el Espíritu. Nos faltaba la persona del Obispo, pero puedo decir que la grey ha colaborado eficazmente para pedir su presencia, y encajar la situación desde la fe, la aceptación, la colaboración y la esperanza.

Gracias comunidad diocesana por este comportamiento. En la travesía del desierto, que ha significado el confinamiento, vivida de una forma especial en nuestro caso al no tener Obispo, habéis estado a la altura de una Iglesia que, como señala reiteradamente el papa Francisco, debe estar en salida, reconocer y dar respuesta a las necesidades de los hombres y manifestar la esperanza y la alegría que Jesús trae al mundo. Este es, querido Fernando, el campo más inmediato que se va a encontrar, fruto de la experiencia vivida: Fuerte sensibilidad ante el sufrimiento, honda preocupación por las personas, estima de todo aquello que dignifica al ser humano y le ayuda a abrirse a la transcendencia, a levantar la cabeza, a sanar heridas, a eliminar secuelas, a consolidar esperanzas.

Hoy, esta Iglesia de Zamora le recibe con gran alegría y mucha ilusión. Necesitábamos un padre y pastor, y procuraremos con nuestra colaboración que pueda serlo.

Viene a una diócesis con más de once siglos de historia y algunos más de fe cristiana ya vivida en estas tierras. El número 98 en la sucesión apostólica. Una Iglesia ubicada en la denominada "España vaciada", que empezó a serlo cuando Vd. daba los primeros pasos. Y que se ha ido desangrando a lo largo de estas seis décadas hasta despoblar los pueblos y convertirlos en lugares de gente mayor, resignados a su suerte, nostálgicos de tiempos pasados y sin más esperanza, en muchos casos, que el discurrir cotidiano.

Esta España vaciada, esta Zamora vaciada, que demanda presencia, acompañamiento, interés, preocupación, respuestas institucionales, medios materiales, ... que la Iglesia está procurando ofrecer y llevar a cabo, con todas sus energías, para que el Evangelio tenga su impronta en el aquí y ahora de estas gentes, tanto en el crecimiento cristiano como en la promoción social.

La diócesis ocupa una extensión de casi 7.000 Km2 y cuenta con una población aproximada de 150.000 habitantes. 303 parroquias conforman la misma, agrupadas en 7 arciprestazgos. Atendidas éstas por 82 sacerdotes en activo y 22 jubilados (aclarando que entendemos como sacerdotes en activo todos aquellos que tienen un encargo pastoral diocesano, más allá de la edad que tengan).

La vida consagrada está representada por 7 congregaciones de religiosas de vida contemplativa, agrupadas en 13 comunidades, con un total de 154 miembros y 16 congregaciones de vida apostólica, de las cuales 11 son femeninas, en 21 comunidades y 205 miembros; y 5 masculinas, en 5 comunidades y 23 miembros. 3 Institutos Seculares, con 3 casas y 12 miembros completan este apartado.

La realidad de la vida consagrada en esta diócesis alumbra los mismos gozos y dificultades que aquella tiene en toda la Iglesia en España: vidas entregadas, muy buena voluntad y ganas, pero comunidades envejecidas y sin recambio vocacional. 95 misioneros, allende los mares, son buena muestra del sentir religioso y del compromiso apostólico de esta Iglesia.

En cuanto al laicado, hay un buen número de celebrantes de la Palabra, de catequistas, de voluntarios de Cáritas, de animadores de la liturgia. Hay algunos laicos asociados en grupos, más allá de las cofradías y hermandades, pero con poca relevancia pastoral. Se puede decir que gran parte del laicado es más voluntarista que comprometido. Una buena parte de cumplimiento dominical, el que lo practica; pues se deja sentir, como en toda la Iglesia de Europa, el proceso de secularización que está padeciendo de forma paulatina nuestra sociedad actual.

Para ofrecer un Evangelio inculturado en la realidad anteriormente referida se han trabajado distintos objetivos pastorales con vigencia anual. Este curso pastoral se está haciendo con el que lleva por título "Signos de los tiempos", en relación a la pandemia de la COVID-19 y sus consecuencias y retos para la sociedad y la Iglesia. Objetivos pastorales en clave oracional y para todo el pueblo de Dios.

Las programaciones tanto de los arciprestazgos como de las Delegaciones y Secretariados se pretende que respondan, también, a lo planteado en el Objetivo Pastoral Diocesano.
Las tres áreas fundamentales de la Evangelización: el proceso de crecimiento en la fe, la vivencia de las celebraciones y el ejercicio de la caridad se procura que se cuiden con esmero y se realicen, desde la corresponsabilidad, con espíritu de comunión.

Preocupa, seriamente, no es para menos, el tema vocacional a todos los niveles, tanto para el ministerio ordenado como para la vida consagrada. En relación al primero, hay que señalar que el Seminario Mayor tiene 2 alumnos, y en el Menor, con enseñanza académica de Educación Secundaria Obligatoria, están 43, con distintos niveles de planteamiento y respuesta vocacional. La pastoral vocacional, llevada desde el Seminario, pretende la propuesta, la animación, la escucha, el acompañamiento, ... de adolescentes y jóvenes de cualquier procedencia: parroquias, colegios, asociaciones, grupos, familia, ...

La Religiosidad Popular es un elemento a valorar y tener en cuenta en esta Iglesia de Zamora: cofradías y hermandades, romerías, manifestaciones de uno u otro tipo; muchas de ellas con una fuerte raigambre histórica, con un buen número de fieles asociados y simpatizantes, que pretenden el culto público de la fe; pero que se descubren necesitadas de mayor y mejor formación cristiana, y de purificación de modos y costumbres que eviten el quedarse en lo cultural o tradicional de aquellas y pretendan lo genuino y principal que ha de ser y significar lo religioso en ellas, sin desvirtuarlo, disolverlo o descafeinarlo en esos otros aspectos humanos importantes pero no nucleares.

D. Fernando: Tal vez, también, por el tiempo de espera y la experiencia anteriormente vivida, esta Iglesia Particular de Zamora le acoge, como dice el adagio, "como agua de mayo"; aunque estemos en pleno diciembre, con las nieblas de la Inmaculada en Zamora, de por medio, y viviendo una situación de incertidumbre y miedo por la COVID-19; y la preocupación sanitaria atraiga la mayor parte de nuestras atenciones diarias.

Hemos puesto la confianza en Dios y asentado en Él nuestra esperanza, con la seguridad de que nos acompañaba y atendía nuestras necesidades, mayores, si es el caso, que en tiempos de normalidad de vida. Ahora, con su presencia de padre y pastor, sentiremos más la fuerza y la gracia de Dios para mantener la confianza, el ánimo y la esperanza; para encajar, así, las dificultades externas y ahuyentar las reticencias internas al encuentro con Dios en la conversión personal y a la vivencia y puesta en práctica de la conversión pastoral a la que está llamada la Iglesia, en palabras del papa Francisco.

Gracias, Señor, por asistirnos; gracias Santo Padre por enviarnos a D. Fernando como Pastor; gracias D. Fernando por aceptar esta tarea que la Iglesia le encomienda aquí y ahora. Cuente con la oración de toda la comunidad diocesana y de cada uno en particular, y la disponibilidad, para juntos, vivir la conversión personal y pastoral, buscar y trabajar el rostro que Dios quiere para su Iglesia aquí en Zamora, y ser significativos, como cristianos, en esta sociedad zamorana.

Pedimos la intercesión de los santos Atilano e Ildefonso, patronos de la Diócesis y de la ciudad de Zamora, respectivamente; para que su ministerio entre nosotros sea fecundo. Que el coraje del primero y la clarividencia del segundo le acompañen en su tarea episcopal".

Que el Señor le bendiga y acompañe siempre.