Quinientas ristras en menos de tres horas: el puesto ajero de Villaralbo que centró la atención de los primeros compradores
El puesto de Óscar protagonizó una de las imágenes del día en una Feria del Ajo que apenas recién inaugurada ya tenía a uno de los grandes favoritos entre los compradores
A sus 43 años, este agricultor de Villaralbo aún recuerda pasearse entre los puestos de la mano de su abuelo y sus padres con los que ha vendido ajos hasta bien entrada la mayoría de edad
La Feria del Ajo es sinónimo de barullo, comparación de precios, asfalto y baldosas teñidas por las capas blanquecinas de un ajo cuyo olor impregna buena parte de la avenida Tres Cruces.
Un trasiego continuo de compradores en el que las colas comienzan a formarse a primera hora desde que los puestos se ponen en funcionamiento y que hizo que, cuando se inauguró oficialmente, algunos ya tuvieras que poner rumbo a sus municipios para reponer el poco sobrante que aún se amontonaba en sus almacenes.
Ha sido el caso de Óscar que en menos de tres horas logró vaciar un puesto que a las 09:30 horas lucía con más de 500 ristras de ajo pequeño al precio de 3,5 euros: "La gente me dice que está barato, pero yo no creo que lo regale". Asegura que podría haberlos puesto a un precio más elevado, "quizá a seis euros", pero entonces probablemente seguiría con buena parte de ellos amontonados y a la espera de la clausura de la Feria.
El éxito fue tal que en la tarde del miércoles y mañana de este jueves ha acabado con un excedente que en cuestión de una hora ha vuelto a dejar vacío el puesto número 006. A sus 43 años, este agricultor aún recuerda pasearse entre los puestos de la mano de su abuelo y sus padres con los que ha vendido ajos hasta bien entrada la mayoría de edad: "Yo sólo llevo más de 15 años".
La Feria forma parte de sus recuerdos de una infancia en la que los puestos llegaban a sobrepasar de largo los 300 frente a los 85 de esta última edición: "La mayoría siembra en extensivo y se vende a tienda en cabezas cortadas, por lo que las ristras cada día es un mayor lujo".
Todo pese a que muchos de los profesionales ajeros se muestran convencidos de que el trenzado tiene una mayor rentabilidad frente a la compra directa en el campo: "Allí vendes a kilo y hay algún año que al intermediario directamente no le interesa por el tamaño o apariencia".