Que te doy con el batefuegos!!! Incendios en Zamora: la protesta de los presentes… y la vergüenza de los ausentes
No fue una presencia masiva, es lo que hay en una ciudad de provincias que sigue manteniendo una pasividad pasmosa ante los vapuleos de los que nada hacen porque cambien las cosas. Fue una concentración necesaria, justa y cargada de razones. Pero más allá de lo que se vio, lo que dolió de verdad fue lo que no se vio. Porque no estaban quienes debían estar. No estaban los partidos políticos que tanto presumen en campaña de defender el territorio. No estaban los alcaldes de Sayago, Aliste o Sanabria, territorios arrasados por las llamas. No estaban los ecologistas de pancarta fácil, esos que aparecen cuando toca foto y desaparecen cuando la provincia sufre.
Los que sí estuvieron
Sí estuvieron, en cambio, los que nunca fallan: los “mártires” de la sanidad pública de Sayago y Tábara, que con sus pancartas de cada sábado se sumaron a una reivindicación que también les pertenece. Sí estuvieron los de los batefuegos, los que se juegan la vida y el pan en cada incendio. Sí estuvieron los bomberos de Zamora, que hicieron sonar varias veces sus sirenas para recordar que su lucha es la misma: una ley que no existe, una prevención que no llega y unas soluciones que nunca aparecen.
Tres años de olvido, cero aprendizaje
Hace tres veranos que Zamora arde y arde pero parece ser que es en el recuerdo, como que nunca pasa nada en esta provincia, pero si que pasa. Tres años que deberían haber servido para aprender y corregir. Tres años en los que se prometió prevención, pero lo único que llega son chequeras y ayudas a posteriori que terminan convirtiéndose en burocracia, papeleos y frustración.
A los incendios de Sanabria acudieron bomberos de media Europa y de toda España, mientras León, Ourense y Zamora ardían juntos. Las caras tiznadas, los agricultores desesperados y los ganaderos sin pasto se han vuelto a repetir como un mal eterno. El cuento de nunca acabar.
El mapa de la indiferencia
Mientras tanto, en Valladolid se sigue jugando a la política del parche. Lo que arde no son solo los montes: se quema también la paciencia de una provincia condenada al olvido. Porque la despoblación y el fuego son las dos caras de una misma moneda: la del abandono.
Y Zamora parece condenada a desaparecer del mapa, ese mapa en el que la Junta apenas nos coloca como una nota al pie. Un mapa de indiferencia, de incompetencia repetida, de excusas ya insoportables.
Urge espabilar
Quizá la solución esté en las urnas. O quizá en una sociedad que deje de dormirse mientras la ceniza cubre su tierra. Lo que está claro es que hacen falta medidas ya. Medidas reales, valientes, que afronten de una vez la prevención, la gestión forestal y la dignidad de los pueblos.
Porque si no, tal vez lo único que nos quede sea hacer lo que algunos ya sugieren con rabia: darle unos azotes con el batefuegos a más de un responsable, para que al fin entienda lo que significa vivir en una provincia que cada verano arde un poco más… y muere un poco más.