El Puente de Piedra y los 6 centímetros de la discordia: Patrimonio bloquea la solución y el Ayuntamiento se desmarca
El Puente de Piedra de Zamora vuelve a convertirse en símbolo de la descoordinación administrativa. Lo que en apariencia es un detalle menor —un error de 6 centímetros en la altura del pretil— se ha transformado en el nuevo episodio de desencuentros entre el Ayuntamiento de Zamora, la Junta de Castilla y León y Patrimonio, presidido por Fernando Prada.
El jefe de obra propuso una solución simple: levantar esos 6 centímetros para cumplir con la normativa calzando una cuña de piedra de seis centímetros. Sin embargo, Patrimonio ha dado un “no” rotundo, dejando el puente en un limbo burocrático tras más de un año de obras.
La negativa de Patrimonio y el cruce de responsabilidades
Patrimonio, con Prada al frente, rechaza la opción de elevar el pretil, escudándose en criterios normativos que parecen no tener ni fin ni consenso. Mientras tanto, el alcalde de Zamora, Paco Guarido, asegura que el Ayuntamiento ya cumplió con su parte y que ahora el problema es de la Junta y de Patrimonio.
El resultado: un puente histórico paralizado por una diferencia de apenas seis centímetros. Una cifra que, en términos técnicos, podría resolverse en cuestión de días, pero que en la práctica refleja la incapacidad de las administraciones para cooperar.
El puente en tierra de nadie
La situación recuerda al dicho popular: “unos por otros, la casa sin barrer”. El puente sigue a medio terminar, la ciudadanía asiste incrédula a una obra interminable y la normativa se convierte en excusa antes que en solución.
Entre medias, Zamora sufre las consecuencias de un proyecto que debía mejorar la accesibilidad y seguridad del Puente de Piedra y que ahora se ha quedado en otra chapuza con sello institucional.
Vuelta la burra al trigo
El caso del Puente de Piedra se suma a la lista de proyectos que parecen condenados al estancamiento. Los zamoranos, mientras tanto, ven cómo uno de sus monumentos más emblemáticos permanece atrapado en la maraña de informes, normativas y negativas.
Todo por 6 centímetros que se han convertido en el nuevo muro invisible que separa a la ciudad de la finalización de una obra ya de por sí demasiado larga.