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Acceder al CC Valderaduey: misión imposible
Para llegar al Centro Comercial, los zamoranos necesitan, literalmente, un manual de instrucciones.
Las obras de humanización en Zamora: la apología del caos circulatorio
Zamora está viviendo una transformación sin precedentes con las obras de humanización que buscan modernizar y embellecer la ciudad. Sin embargo, lo que debería ser motivo de orgullo ciudadano se ha convertido en una pesadilla para muchos, especialmente para los comerciantes y visitantes del Centro Comercial Valderaduey, el más grande de la provincia. El caos en los accesos no solo enfurece a los zamoranos, sino que está provocando pérdidas significativas en ventas durante una de las épocas más importantes del año.
Acceder al CC Valderaduey: misión imposible
Para llegar al Centro Comercial, los zamoranos necesitan, literalmente, un manual de instrucciones. Las obras han transformado los accesos en un laberinto de calles cortadas y rutas alternativas que cambian constantemente. Desde la avenida Cardenal Cisneros, una de las principales arterias de la ciudad, el acceso es prácticamente imposible. La única forma viable de llegar al recinto es desde el barrio de Alviar, pasando bajo el puente de la autovía cerca del Hospital Recoletas, o desde la Cuesta del Bolón y el barrio de Peña Trevinca.
El problema no solo afecta a los clientes, sino también a los más de 300 trabajadores del hipermercado Carrefour y los 30 establecimientos del centro. “Es desesperante, cada día hay un cambio. Esto está afectando no solo a nuestros ingresos, sino también a nuestra tranquilidad”, señala un empleado.
Pérdidas millonarias para los comerciantes
La situación no solo genera molestias, sino que está golpeando duramente las economías de los establecimientos del CC Valderaduey. Según datos proporcionados por los comerciantes, las ventas han caído más de un 40%, una cifra alarmante, especialmente en semanas clave como el Black Friday, el Blue Monday, y las compras navideñas.
“Nos jugamos gran parte de nuestras ventas anuales en estas fechas, y con estas obras, los clientes simplemente no vienen. ¿Quién quiere pasar por este caos?”, comenta con frustración el gerente de una tienda de ropa.
El centro comercial, que solía recibir más de 4.000 visitantes diarios, ahora apenas alcanza los 3.000, y las previsiones para diciembre, tradicionalmente el mes más fuerte, no son alentadoras.
Un problema logístico: camiones y clientes, atrapados
Los problemas no terminan ahí. Los camiones de suministro tienen serias dificultades para acceder al recinto debido al fresado y a los desvíos. Esta situación complica el abastecimiento de los establecimientos y el funcionamiento normal del centro. A esto se suma el impacto en los clientes que intentan acceder en coche al supermercado, la gasolinera o el gimnasio del recinto. “La logística está completamente rota, y esto afecta a todo el ecosistema del centro comercial”, aseguran desde la dirección de Carrefour.
La cara y la cruz de las obras de humanización
Es innegable que las obras de humanización prometen embellecer Zamora y modernizar sus infraestructuras. Pero los zamoranos se preguntan si el precio a pagar por este cambio no está siendo demasiado alto. “Zamora quedará bonita, pero quizá no lleguemos a verlo en nuestro negocio”, confiesa apesadumbrado el dueño de una de las tiendas del centro comercial.
Los comerciantes entienden la necesidad de las obras, pero critican la falta de planificación y coordinación. “Nadie nos informó de los cambios constantes ni del impacto que esto tendría en nuestros negocios. ¿Por qué no se planificó mejor para evitar este caos?”, se pregunta otro comerciante.
El futuro: ¿a qué precio?
Con el puente de diciembre y las compras navideñas a la vuelta de la esquina, la incertidumbre es palpable. Los comerciantes temen que el impacto negativo en sus ingresos sea irreparable, y los clientes simplemente evitan el centro comercial debido a los interminables desvíos y cortes.
Zamora se enfrenta al reto de compaginar el progreso con el bienestar de sus ciudadanos y la sostenibilidad de sus negocios locales. Mientras tanto, la apología del caos circulatorio sigue dejando un reguero de frustración y pérdidas económicas en su camino. ¿Logrará la ciudad encontrar el equilibrio entre la modernización y las necesidades de sus habitantes? Solo el tiempo lo dirá, aunque para muchos, ya parece demasiado tarde.