España necesita inmigrantes, y Zamora lo sabe: el país crece gracias a ellos mientras la provincia se vacía

España_ Crecimiento y Despoblación Local
El análisis de los flujos migratorios revela que el crecimiento demográfico español se sostiene por la inmigración, mientras provincias como Zamora pierden población a un ritmo alarmante.

España sin inmigrantes se apaga: el motor demográfico que sostiene el país ante la caída de nacimientos”

Los datos de las últimas décadas confirman que la inmigración es clave para el empleo, la economía y el equilibrio social en un país que envejece y pierde población activa. Las críticas a la inmigración son infundadas, la llegada de inmigrantes regulada es el mejor baluarte para un país que ahora mismo es motor de Europa y casa de oportunidades para emprendedores en muchos sectores, la llegada sigue siendo un alivio para la caída de población debido al envejecimiento de la misma. 

España necesita inmigrantes, y Zamora lo sabe: el país crece gracias a ellos mientras la provincia se vacía

Los flujos migratorios: de la bonanza de los 2000 a la crisis y recuperación

La historia migratoria reciente de España muestra ciclos estrechamente ligados a la economía. A finales de los noventa, España pasó de ser un país de emigrantes a convertirse en destino de inmigrantes. Durante el boom inmobiliario y laboral de 1998 a 2007, la llegada de población extranjera se disparó gracias a la fuerte demanda de mano de obra en sectores como la construcción, la hostelería y los servicios. Aquella ola migratoria coincidió con gobiernos tanto del PP como del PSOE, demostrando que la prosperidad económica —más que la ideología política— fue el principal motor de atracción.

La situación cambió radicalmente con la crisis financiera de 2008. El estallido de la burbuja inmobiliaria y la recesión elevaron el desempleo por encima del 25%, frenando la inmigración e impulsando la salida de muchos residentes, incluidos jóvenes españoles que emigraron por falta de oportunidades. Entre 2011 y 2015 España volvió a registrar saldos migratorios negativos, el primero en décadas. Este periodo coincidió con el gobierno del PP de Mariano Rajoy y con la llamada Gran Recesión, un tiempo de contracción económica y retorno migratorio.

A partir de 2016, con la recuperación en marcha, España volvió a atraer población extranjera. En los últimos años —ya bajo el gobierno del PSOE— los saldos migratorios han alcanzado cifras récord, impulsados por factores económicos, humanitarios (como la llegada de refugiados) y por la búsqueda de mejores oportunidades laborales. En definitiva, España recibe más inmigrantes cuando la economía crece, sin importar quién gobierne, y pierde población en tiempos de crisis.

Migración interior: el éxodo rural hacia las grandes ciudades

Además de la inmigración internacional, España lleva décadas experimentando una migración interna masiva desde las zonas rurales hacia las grandes urbes. Hoy cerca del 80% de la población vive en ciudades, frente a un 20% en el medio rural. La mecanización del campo, la falta de oportunidades y la búsqueda de mejores servicios han impulsado un éxodo rural que ha vaciado miles de pueblos del interior.

El caso de Zamora es uno de los más evidentes. La provincia ha perdido habitantes de forma continuada durante las últimas décadas. En apenas 25 años ha visto reducir su población en más de 30.000 personas, y en perspectiva histórica cuenta con la mitad de los habitantes que tenía en 1971. El envejecimiento, la falta de empleo y la emigración juvenil son sus principales causas. Mientras tanto, las grandes capitales, el litoral y las zonas metropolitanas ganan población, generando un desequilibrio territorial que hoy es uno de los mayores desafíos estructurales del país.

Turismo: el otro gran imán de personas hacia España

España no solo atrae inmigrantes permanentes, sino también millones de visitantes temporales cada año. El país se mantiene entre los destinos turísticos más visitados del mundo. En 2023, más de 85 millones de turistas internacionales llegaron a España, superando el récord histórico previo a la pandemia.

El impacto económico del turismo es enorme: el gasto total superó los 108.000 millones de euros, con un gasto medio por turista de 1.278 euros y una estancia media de 7 días. Estas cifras demuestran la fortaleza del sector, que representa en torno al 12% del PIB nacional y es un pilar esencial de la economía. No es casual que tantos millones de personas visiten España cada año: su clima, gastronomía, cultura y calidad de vida son también razones por las que muchos inmigrantes eligen establecerse aquí de forma permanente.

Envejecimiento y falta de relevo generacional: el reto demográfico

España se enfrenta a un desafío estructural: la baja natalidad y el envejecimiento de la población. La tasa de fecundidad apenas llega a 1,2 hijos por mujer, una de las más bajas del mundo, mientras que la edad media ronda los 46 años. Cada año mueren más personas de las que nacen, y el crecimiento natural es negativo. Sin la llegada de inmigrantes, la población total de España estaría ya en descenso acelerado.

Actualmente, cerca de 9,4 millones de residentes nacidos en el extranjero viven en el país, lo que equivale al 18% de la población total. Este colectivo representa aproximadamente uno de cada cuatro trabajadores activos en España y ha sido clave para el crecimiento del empleo y de la economía. Los inmigrantes ocupan puestos esenciales en sectores como la agricultura, la construcción, la hostelería, la logística o los cuidados, donde la escasez de mano de obra local es cada vez mayor.

Además, su aportación es vital para sostener el sistema de pensiones y la Seguridad Social: la mayoría son jóvenes y cotizan durante años antes de empezar a recibir prestaciones, equilibrando las cuentas públicas en un país envejecido. Los expertos coinciden en que sin inmigración, el sistema sería insostenible en apenas una generación.

España sin inmigrantes se apaga

El debate sobre la inmigración en España no puede reducirse a percepciones políticas o ideológicas. Los datos son claros: la inmigración sostiene el crecimiento poblacional, rejuvenece el mercado laboral y contribuye de forma decisiva al dinamismo económico del país. La evidencia empírica demuestra que cada vez que la economía crece, España necesita más inmigrantes; cuando se contrae, los pierde.

Hoy, con una natalidad en mínimos históricos y una pirámide poblacional invertida, España necesita a los inmigrantes más que nunca. No solo para cubrir vacantes, sino para garantizar el futuro de su estructura productiva y social.
Y si se observa el espejo de provincias como Zamora, donde la despoblación avanza sin freno, se entiende mejor que la inmigración no es un problema: es parte de la solución, y solo gracias a los migrantes la población de la capital crece, en la provincia el saldo es negativo, y las politicas de la Diputación y la JCYL sobre los retornos y las alfombras rojas a los emprendedores se pierden entre los expedientes burocracia y anuncios que no llevan a nada.