El Museo Diocesano saca a la luz la genial obra religiosa de Tomás Crespo
La exposición, que se mantendrá abierta durante el primer semestre de 2019, recoge en 22 piezas la evolución del escultor zamorano a lo largo de 60 años dedicado a la creación artística.
El Museo Diocesano acoge desde hoy y durante los próximos seis meses una exposición que compila parte de la obra religiosa del genial escultor Tomás Crespo. La muestra resume en veintidós piezas (algunas inéditas, como un impresionante Calvario en bronce realizado para un panteón familiar) casi sesenta años de creación del artista, uno de los grandes nombres que ha dado la tierra zamorana.
Desde la maqueta realizada para el paso de "La Desnudez" en 1959, que revela la madurez de un joven Tomás Crespo y que recuerda a los zamoranos el gran paso que perdió la Semana Santa de Zamora por criterios políticos de la época, hasta una obra realizada en 2016, la exposición es un recorrido en veintidós obras por sesenta años de obra religiosa de Tomás Crespo, uno de los más grandes escultores que ha dado Zamora y que, sin embargo, no ha visto reconocida su obra como debiera en la tierra que le vio nacer. Ahora, tras las exposiciones dedicadas a Alfonso Bartolomé, Pedrero y Coomonte, el Museo Diocesano saca a la luz la genial obra de Crespo, quien mostraba su satisfacción al ver reunidas sus piezas en lo que supone un recorrido vital por la coherencia de su obra y su personal sello, dentro de la lógica evolución de su concepto.
Como recordaba el comisario de la exposición y delegado diocesano de Patrimomio, José Ángel Rivera de las Heras, Tomás Crespo forma parte de aquella brillante generación de zamoranos que asistía a la Escuela de San Ildefonso bajo el magisterio de Daniel Bedate y Chema Castilviejo.
Nacido en 1932, Tomás Crespo encontró desde niño inspiración en los pasos de Semana Santa y en la obra de los tallistas del taller de su padre. Tras su paso por la Escuela de San Ildefonso, entre 1950 y 1952, el zamorano estudió después Bellas Artes en Madrid, cuando una joven generación de zamoranos despuntaba para constituirse en el más importante movimiento que ha dado esta tierra. Tras instalar su estudio en Zamora, Crespo obtiene el premio de la Diputación de Zamora en la primera edición de la desaparecida Bienal y ha sido profesor de Modelado en la Escuela de Artes y Oficios, uno de los logros de la desaparecida y añorada Asociación Aceña Cultural, de la que fue presidente.
Ahora los zamoranos pueden acercarse a su obra religiosa en el Museo Diocesano (sito en la iglesia de Santo Tomé) a través de distintas piezas de lo clásico al abstracto pero con su inconfundible sello personal como la maqueta La Desnudez, la de la figura de Cristo Rey, el Nacimiento que fue premio nacional de Galerías Preciados, la Piedad realizada en 1962 que se exhibe en el Museo de Semana Santa, distintos relieves, bronces y yesos sobre Santa Teresa, los bocetos de los pasos "La Coronación de Espinas" y "La Santa Cena", un extraordinario "Merlú", distintos Crucificados o un magnífico Calvario de bronce realizado para un panteon familiar que ve por primera vez la luz.
Tomás Crespo Rivera se ha mostrado agradecido y satisfecho con la exposición y ha tenido un recuerdo para "aquella generación de ocho zamoranos que éramos más alumnos en número que los de Madrid, con un Antonio Pedrero con 13 años y en pantalones cortos y Torre Cavero un año mayor" y ha puesto como ejemplo su maqueta de La Desnudez, encargada por la Junta de Semana Santa, para que gente joven vea "cómo modelábamos, cómo entendíamos el arte los recién salidos de Bellas Artes" y ha recordado en voz alta cómo "políticas de otro signo buscaron otro paso y otro autor", perdiendo así la ciudad la que hubiese sido la única contribución del escultor a la Semana Santa.
El escultor ha finalizado su intervención con su agradecimiento a Ángel Luis Esteban y a José Luis Coomonte en la realicación y montaje de la exposición y a Donelis Almeida por la restauración del Calvario, asi como a los particulares que han cedido sus obras y a su familia.
Ahora, durante seis meses, las nuevas generaciones de zamoranos tienen una ocasión excepcional para encontrarse y descubrir la obra del genial escultor, parte esencial de aquella generación irrepetible a quienes Zamora, cicatera, sigue negando un centr cultural para exponer de forma permanente la excelencia de unas obras que deslumbraron al mundo de las Artes en los difíciles Años 50.