El hombre de las palomas, un zamorano nacido en el siglo pasado que finalizó sus días en Barcelona y es un gigante en el barrio de la Sagrada Familia
Rescatamos una historia de un zamorano nacido en el siglo pasado y que por increible que sea su historia asemeja a un personaje digno de cuento, de relato novelesco o de película, un hombre que nacido en Zamora y con apellidos de hospiciano se hizo a si mismo labrándose y reinventándose en cada una de sus aventuras. Pedro Sanpablo nació en Zamora en 1881. Poco después de venir al mundo, fue abandonado por sus padres y fue recogido en un hospicio. Cuando sólo tenía un par de años lo adoptó una nodriza de Villalcampo (Zamora), pero cuando la madre adoptiva dejó de recibir la subvención hospitalaria lo devolvió a la institución, de nuevo con 9 años recién cumplidos.
Si alguno vez habéis visto o ha sentido decir como era un hospicio de huérfanos, comprenderéis que Pedro huyera tan pronto como le fue posible. Dicen que fue monaguillo al amparo de un cura y que peregrinando por Castilla de población en población, pasó por Corrales (Zamora) y Tordesillas (Valladolid), e hizo de operario de una imprenta y de repartidor de La Gaceta Oficial, hasta llegar a Valladolid capital, donde hizo mozo de cuadra. Siendo aún muy joven y empujado por la necesidad, continuó haciendo camino por Medina del Campo (Valladolid), Ávila y Arévalo (Ávila), donde se perdió en un inmenso bosque de donde tardó alrededor de veinte días en salir y donde se alimentó de hojas y hierbas.
Rondando los dieciocho años y mientras vagaba por una carretera, coincidió con un sargento del ejército, que iba a Madrid a cobrar las pagas que le debían de la guerra de Cuba. Esa noche la pasaron en un cuartel del Escorial, donde cenó tanto que, por falta de costumbre, se puso enfermo. La noche siguiente la pasaron al raso en la Dehesa de Frascuelo, llegando a Madrid, pero los vaqueros los dejaron fuera de la hacienda.
Ya en la capital del Reino, se dedicó al mundo los toros y quiso alistarse en el ejército pero no el admitieron por no dar la talla obligatoria. Seguramente, dadas las facilidades que ofrecía una ciudad grande, fue trampeando hasta que encontró mujer, ya los 25 años se casó (las crónicas dicen que el mismo día que Alfonso XIII lo hacía con victoria Eugenia de Battenberg: el 31 de mayo de 1906) y tuvo seis hijos.
Un día fue a Toledo a comprar una partida de terneros, pero unos ladrones lo drogaron y le quitaron los dinero. Sin saber cómo, Pedro se despertó en una playa de Gijon. con el orgullo herido, sin dinero y avergonzado no osó volver a casa y pensó en hacer las Américas, buscando la fortuna que el destino le había negado hasta entonces. Mientras tanto, en Madrid, la mujer lo hacía muerto.
En Cuba, hizo de peón en unos talleres; en México, de camarero y, sin saberlo, hizo de avisador de unos ladrones especializados en diligencias que le habían tomado el número. Después de trabajar en la construcción del ferrocarril en Brasil, en 1926 volvió a la Península.
Después de buscar infructuosamente la familia vino a Barcelona, donde trabajó en la construcción (de un túnel no sabemos cual) y en la casa Cros, y terminó haciendo de acomodador en el cine Ramblas. Cansado de ir dando tumbos por la vida sin fortuna, se hizo un juramento: convertirse en palomero hasta el día que encontrara su familia. Seis fueron las primeros palomas, a los que puso los nombres los sus seis hijos.
Se había hecho famoso en Barcelona, como se hacen estos personajes solitarios y excéntricos, como la Moños, cuando en los años 1960, gracias a un programa de televisión, su mujer lo reconoció. Pero Pedro llegaba tarde, porque la mujer, que lo hacía muerto, como he dicho antes, ahora ella se hallaba casada con su cuñado (no sabemos con el cuñado de quien).
Pedro moría pocos años después, con los ochenta bien hechos, tan feliz como fracasado. Pero quien le iba a decir que acabaría convertido, en 1988, en uno de los gigantes del barrio de la Sagrada Familia, que se terminó apropiándose del personaje.
La calle del Dos de Mayo donde vivía era la frontera de los dos barrios, y seguramente era la frontera del mundo, que es donde sólo pueden vivir personajes como él. Un zamorano que se dio en llamar "El hombre de las palomas"
Fuentes: Enrique H. March. Barcelonasecreta.com
Este texto está sacado y traducido del catalán, de la página Barcelona, Historia en Fotografias. Gentileza de Ezequiel Reguilón Fernández.