Un anillo perdido revela el destino de San Atilano en Zamora

Pez de San Atilano
Una leyenda zamorana que cuenta la historia de un anillo que simboliza la esperanza

La leyenda de San Atilano, patrón de la Diócesis de Zamora, relata la historia de un joven que no se consideraba digno de ser obispo. Para encontrar su camino, decidió emprender una peregrinación a Tierra Santa. Antes de salir de la ciudad, arrojó su anillo episcopal al río Duero, con la esperanza de que su recuperación sería una señal divina que le indicaría retomar su misión.

Tras su peregrinación, Atilano se sentó a almorzar en una posada cercana a la iglesia del Sepulcro. Al pedir un pescado, se encontró sorprendentemente con el anillo que había perdido en el Duero. Al colocárselo, las campanas comenzaron a sonar, y su vestimenta se transformó milagrosamente en ornamentos episcopales, marcando un renacer en su labor como obispo.

A pesar de su éxito, Atilano enfrentó una crisis personal tras diez años de mandato, creyendo que sus errores habían causado calamidades en la ciudad. Decidió abandonar Zamora para peregrinar nuevamente a Tierra Santa, despojándose de sus bienes y arrojando de nuevo su anillo al Duero, esperando que su recuperación fuera una señal de perdón divino.

Considerado el primer obispo de la diócesis de Zamora entre 901 y 917, San Atilano nació alrededor del año 850 en Tarazona. Destacó por su constancia y habilidades, tanto intelectuales como bélicas. Durante su mandato, enfrentó la peste y la sequía, pero se sintió orgulloso de su diócesis. Su historia y el simbolismo de su anillo siguen siendo un legado de fe y dedicación a la ciudad.