David de Miranda celebra la vida en su regreso a la plaza de toros de Toro
El onubense fue acompañado en su salida a hombros por López Simón y un José Garrido en plenitud.
Aunque los toreros miran de frente a la muerte, hay tardes que son un cántico a la vida como la vivida hoy en Toro. David de Miranda regresaba a la plaza donde justo hoy hace un año casi perdía la vida. Y si el año pasado salía en una UVI móvil del precioso coso toresano, este lo hacía a hombros como un Jesús resucitado de la muerte. Junto a él, también salieron en volandas un José Garrido en plenitud y Alberto López Simón, que firmó una faena de dos orejas al cuarto y que completaban una terna que siempre ha estado por encima del ganado.
El onubense David de Miranda reaparecía en el coso donde el año pasado sufría un gravísimo percance que le ha tenido diez meses apartado de los ruedos. Al primero de su lote lo recibió a la verónica para echarse el capote a la espalda en los quites por ajustadas gaoneras. Brindó al público, muy cariñoso con él toda la tarde, intentando faena con un toro que no tenía medio pase sin entrega ni emoción, por más que De Miranda lo intentase exponiéndose mucho para despacharlo de una certera estocada después de rematar con bernardinas. Su esfuerzo, su regreso, fue premiado, celebrado con dos orejas.
Con el que cerraba plaza, un mostrenco que siempre salía con la cara alta y que lo medía mucho, estuvo firme y valiente en los medios sin opciones de lucimiento y el respetable concedió una oreja a sus vanos intentos de hacer una faena imposible.
Al que abría plaza lo recibió López Simón con suaves verónicas para llevarlo al caballo. Inició con temple por la derecha tras brindarle la faena a David de Miranda aunque el animal, que no tenía nada por el pitón izquierdo, se apagó enseguida, por lo que hubo de intentarlo en las distancias cortas y arrancarle los pases de uno en uno poniendo el torero la entrega que le faltaba al toro. Con buen criterio optó por abreviar y falló con los aceros, saludando una ovación.
Se lució en el saludo capotero con el cuarto, que brindó al público y que manseaba ya de salida. Aún así protagonizó pasajes de mucha altura con la diestra, templado, cadencioso, solemne, como el pasodoble que interpretaba la Banda La Lira de Toro. Puso el coraje y la emoción que le faltaba al animal en una faena de registro en la que estuvo siempre por encima del toro, al que mató recibiendo, desorejándolo.
Con airosas y elegantes verónicas recibió José Garrido, muy en torero toda la tarde, evidenciando un gran momento, al segundo, el más potable del encierro, para sacarlo a los medios y después lucirse con el capote en un quite de chicuelinas de mano baja. Aunque el animal tuvo querencia, Garrido supo darle tiempo y distancia para construir una faena en la que ha puesto de relieve el buen toreo que atesora, muy firme y encajado por el pitón derecho y robándoselos de uno en uno con la zurda.
Su segundo, complicado y bronco por el izquierdo, se lo brindó a David de Miranda. Inició con ayudados por alto de bella factura para dibujar una faena con las plantas asentadas y la muleta arrastrándose por la arena que culminó jugándose los muslos metido entre los pitones del toro, totalmente parado a pesar de que el torero le dio todas las ventajas. Como ocurriera con el primero de su lote, perdió con la espada dos orejas seguras, que quedaron en una.
Con una terna a hombros, la Plaza de Toros de Toro abría su puerta grande como un cántico a la vida.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Toro. Corrida de San Agustín. Con más de media entrada en tarde de bochorno se han lidiado seis toros de Juan Albarrán de desigual presentación, con nobleza pero flojos, rajados y deslucidos en general, pese a que quedaron casi inéditos en el caballo. De buen juego el 2o y complicados 5o y 6o.
López Simón. Ovación y dos orejas.
José Garrido. Oreja y oreja tras aviso
David de Miranda. Dos orejas y oreja.
Galería de imágenes de Rocío Gato