Ángel García González, el florista de Toro que lleva 51 años llenando la ciudad de flores y vida
Fue su abuela, Mercedes, quien en 1974 abrió las puertas de La Toresana, la primera floristería de la ciudad. Un nombre castizo, arraigado y simbólico, como la propia esencia de Toro. Desde aquel día, la floristería se convirtió en un punto de encuentro entre el arte floral, la emoción y la vida cotidiana de los toresanos.
Hoy, 51 años después, Ángel continúa ese legado con el mismo mimo, profesionalidad y cercanía que distinguieron a su familia. Por sus manos han pasado flores para bodas, nacimientos, celebraciones, fiestas patronales y también para los momentos de despedida, cuando el lenguaje de las flores consuela mejor que las palabras.
En estos días previos a Todos los Santos y los Difuntos, su floristería vuelve a ser un lugar de referencia. Decenas de vecinos y visitantes se acercan a La Toresana para llenar de color los cementerios, recordando con cariño a quienes ya no están. Ángel y su equipo trabajan sin descanso, como cada año, para que no falte una flor en ningún rincón de la memoria.
Pero Ángel no solo es conocido por su trabajo entre ramos y coronas. Es también una persona muy implicada en la vida social y solidaria de Toro. Forma parte activa de la UCTA (Unión Comarcal Toresana Contra el Cáncer), colaborando en campañas, actos benéficos y acompañando a quienes más lo necesitan. Además, participa en actividades religiosas y parroquiales en la comarca de La Guareña, aportando su tiempo, fe y compromiso.
La Toresana no es solo una floristería: es parte del alma de Toro. Un comercio con historia, que ha sabido mantener la esencia artesanal de su oficio y adaptarse a los nuevos tiempos sin perder el trato personal que la caracteriza.
Porque en cada ramo, en cada flor y en cada gesto, Ángel García González sigue cultivando lo más importante: la tradición, la cercanía y el amor por su tierra.