Sanabria, entre el humo y la incertidumbre: la voz de los vecinos frente al fuego

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Sanabria vive horas de máxima tensión. La jornada del 18 de agosto ha comenzado con un mensaje inesperado en los teléfonos móviles de cientos de vecinos: una alerta de Protección Civil que advierte del grave peligro por el incendio forestal que avanza desde Porto hacia la sierra y como consecuencia al Parque Natural del Lago de Sanabria.

 El texto es claro: “Localidades próximas al Lago de Sanabria, preparación ante una previsible evacuación. Evite todo tipo de actividades al aire libre. Carreteras abiertas sólo en sentido de salida. Si necesita albergue, acudir a Centro de Transportes de Benavente. Siga las instrucciones de las autoridades”.

La alerta ha encendido todas las alarmas, y no solo las digitales. En Puebla de Sanabria, en El Puente y en los pueblos más próximos al lago, la preocupación se palpa en cada conversación. El mercadillo del lunes, tradicional punto de encuentro, fue levantado de inmediato para evitar aglomeraciones y facilitar posibles evacuaciones. El ambiente, ya enrarecido por el humo y la ceniza que cubren el cielo, se ha cargado aún más de incertidumbre.

Un vecino relataba así la situación:

“Sí, sí, nos ha llegado el mensaje a todo el mundo. Están soltando las alarmas, han deshecho el mercadillo para que hubiera menos gente. A mí me han dejado bajar a trabajar de Vigo, pero lo que dicen en las rotondas del Lago es que quien salga no sabe cuándo puede volver. Cuanta menos gente haya dentro del parque, mejor. Es lo que hay, una mierda, ¿sabes? Así de claro. Hay mucho humo y ahora se han puesto nerviosos. Lleva el fuego tres o cuatro días y ni Dios ha mirado para él, no ha habido nadie apagándolo. Se han centrado en Porto y en Hermisende, sobre todo en salvar Porto, pero el fuego ha avanzado desde allí tres días seguidos. Si hubieran dejado salir a los voluntarios de los pueblos, lo habíamos apagado hace dos días. Antes la gente apagaba los fuegos, ahora te meten en casa para que te quemes dentro. Es lo que hay. Pero entiendo que primero son las personas y luego el Parque”.

El testimonio resume bien el sentimiento de frustración y abandono que se extiende por la comarca. Muchos sanabreses entienden que la prioridad haya sido proteger a Porto y a otras localidades en riesgo directo, pero no ocultan su enfado por lo que consideran una reacción tardía y una gestión demasiado rígida que les impide colaborar.

Mientras tanto, los datos no invitan al optimismo. Según la información más reciente, más de 16.500 hectáreas ya se han visto arrasadas por las llamas en la sierra de la Segundera y Porto, y el fuego continúa activo con dirección hacia Trevinca y la Baña. La Laguna de los Peces, uno de los enclaves más visitados por turistas y montañeros, se encuentra en el área de influencia de las llamas, aunque de momento la población no corre peligro directo gracias al despliegue de los equipos de extinción y a los cortes de carreteras que limitan la entrada de personas al parque natural. El viento será el que decida ya que las previsiones de lluvia no aparecen en las previsiones meteorológicas.

Las carreteras ZA-101, ZA-102, ZA-103 y ZA-104 permanecen cerradas, algunas solo en sentido de salida, y las autoridades insisten en que la colaboración ciudadana es fundamental para evitar riesgos innecesarios. El Lago de Sanabria sigue siendo el gran punto de abastecimiento para los medios aéreos, que durante todo el día cargarán agua en sus orillas para intentar frenar el avance del fuego siempre que el humo les deje hacerlo.

La tragedia ambiental es evidente: montañas cubiertas de humo, un cielo marrón irrespirable y un paisaje que tardará años en recuperarse. Pero más allá del daño natural, lo que se percibe en las calles es el dolor de quienes ven peligrar su vida cotidiana y sus recuerdos ligados a la sierra. Entre la resignación y la rabia, los vecinos esperan que el esfuerzo de los medios desplegados y una posible mejora de las condiciones meteorológicas logren por fin poner freno a un incendio que ha puesto en jaque a toda una comarca.