El humo de los incendios y la canícula: una amenaza silenciosa en Zamora
La provincia de Zamora ha amanecido estos días con un panorama que no solo se mide en hectáreas calcinadas. Aunque el fuego comienza a dar tregua en algunas zonas, el aire sigue cargado de un enemigo invisible: el humo y las partículas en suspensión que permanecen tras los incendios. A ello se suma la canícula de mediados de agosto, con temperaturas extremas que agravan los efectos sobre la salud.
El olor a quemado se ha convertido en un recordatorio constante de lo ocurrido, pero más allá de la incomodidad, los expertos advierten de que respirar este aire puede ser perjudicial. Tos, irritación ocular, fatiga, mareos o sensación de ahogo son algunos de los síntomas que pueden sufrir quienes pasan demasiado tiempo expuestos al ambiente contaminado. Las personas mayores, los niños y quienes padecen enfermedades respiratorias o cardiacas son los más vulnerables.
Cerrar ventanas, limitar la actividad al aire libre y extremar precauciones
Las autoridades sanitarias recomiendan a los vecinos de las zonas más afectadas mantener las ventanas cerradas, reducir las salidas innecesarias y evitar el ejercicio físico intenso al aire libre. En el interior de las viviendas, conviene no fumar ni encender chimeneas o velas, y si se dispone de aire acondicionado, utilizarlo en modo de recirculación con los filtros limpios.
“Las partículas que se generan durante un incendio forestal pueden permanecer en suspensión incluso cuando ya no vemos humo”, recuerdan los especialistas. Por eso, se aconseja a los ciudadanos usar mascarillas de tipo FFP2 en caso de tener que salir en momentos de mayor concentración.
La limpieza de cenizas, también peligrosa
En las localidades cercanas a los incendios, donde la ceniza cubre calles, casas y vehículos, la recomendación es clara: evitar la exposición directa. Las labores de limpieza deben hacerse con guantes, mascarilla y ropa de manga larga, humedeciendo previamente las superficies para que el polvo no vuelva al aire. Nunca se deben utilizar sopladores de hojas, ya que dispersan aún más las partículas.
Canícula y humo: una combinación de riesgo
El calor extremo propio de la canícula agrava el problema. Las altas temperaturas favorecen la sequedad ambiental, dificultan la dispersión del humo y suponen un estrés añadido para el organismo. Beber abundante agua, permanecer en espacios frescos y reducir la actividad física son medidas básicas para sobrellevar estas jornadas en las que la calidad del aire y el calor se convierten en una amenaza doble.
Precaución y vigilancia
La provincia de Zamora, una de las más golpeadas por los incendios en los últimos veranos, vuelve a ser escenario de una situación crítica que afecta no solo a su paisaje, sino también a la salud de quienes la habitan. Aunque las brigadas trabajan sin descanso y el avance de los fuegos se controla en algunas zonas, el humo seguirá presente durante días y exige responsabilidad ciudadana.
La recomendación es clara: prudencia, protección y atención a los síntomas. Porque aunque las llamas se apaguen, el incendio sigue vivo en el aire que respiramos.