Crónica de un día agotador en Sanabria, en el #IFPorto: el enemigo se llama fuego, la respuesta se llama gente
Desde primera hora la sensación era otra. El aire no soplaba, pocas nubes cubrían el cielo y se pudo trabajar desde el cielo y la tierra, y sobre todo, el río Cárdena bajaba con un caudal que fue bendición.
Se abrieron compuertas y el agua actuó como una muralla natural que frenó el avance del incendio hacia el sur. Un gesto sencillo, una maniobra inteligente por parte de la empresa Endesa y de las personas que cuidan del entorno, y el resultado ha sido una enorme victoria para todos.
Allí, a pie de cañón, los brigadistas catalanes junto a un contingente de Ávila pelean palmo a palmo. “No ha pasado el río y no lo va a pasar”, decían con la seguridad de quien se juega la vida pero empieza a ver frutos en su trabajo. Y tenían razón.
Recorrimos la pista del flanco oeste, hacia el valle del Vivey, y esa parte ya parecía otra cosa: planchada, tranquila, en calma. Era casi extraño ver una zona así después de tantos días de llamas. Un poco más al este, en el Cañón del Forcadura y en el valle del Carambilla (San Ciprián), los equipos se dejaron la piel para evitar que el fuego saltara la pista de la Garrosa. Alguna reproducción saltó durante el día, incluso dentro de zonas ya quemadas, pero siempre se controló a tiempo. El mensaje que flotaba era claro: esto empieza a tener otro color.
Por primera vez, los medios aéreos pudieron trabajar casi toda la jornada. El viento no molestó salvo un par de horas y los helicópteros y aviones convirtieron cada descarga en un alivio colectivo.
El calor humano que sostiene el frente
Pero no todo fueron llamas y perímetros. En paralelo se vivió una jornada de solidaridad que da sentido a lo que hacemos en Zamora News cuando dejamos de contar cifras y ver resultados de perímetros e informes técnicos, era el momento de ponernos al lado de la gente.
A Vigo, San Martín de Castañeda y los dos Ribadelagos, poblaciones que siguen aisladas y con vecinos que decidieron resistir para proteger sus casas, llegaron alimentos: macarrones, pan, fruta y agua. Más de 150 raciones preparadas por la Asociación de Hosteleros, el Ayuntamiento de Galende y la gente del proyecto Forgaredo que cocinaron más de 100 raciones de comida para los vecinos de los pueblos citados.
La logística del cariño, cocinada a fuego lento, mucho más eficaz que cualquier parte oficial. Esperemos que mañana tras la vista y reconocimiento matutino el poder volver a casa para todos ellos como ocurrió la tarde del jueves con: San Justo, Rábano, Barrio de Rábano y Coso.
También hubo lugar para el descanso de ángeles del fuego profesionales venidos de África. Quince bomberos venidos de Melilla, tras más de 16 horas de viaje y mil kilómetros a las espaldas, encontraron alojamiento y un respiro. Dejaron sus vacaciones y a sus familias para venir a luchar contra un fuego que ni conocían, en pueblos que no son los suyos, porque se han sorprendio nada más llegar de la belleza del Lago de Sanabria donde ya han prometido volver en otras condiciones, la gente los han recibido como hermanos, o así esperamos que se sientan, como en casa.
La batalla sigue, pero el ánimo cambia
El incendio sigue vivo. El enemigo no ha caído, y todos lo saben. La sensación compartida, sin embargo, es que este jueves puede haber marcado el principio del fin, si el viento no traiciona y las reactivaciones no vuelven a jugar malas pasadas.
Al mirar el mapa del fuego, alguien comparó el avance con las pinzas de un cangrejo que quisiera atrapar al Lago de Sanabria desde dos flancos. Hoy, esas pinzas parecen haber perdido fuerza.
Y entre tanto cansancio, tanto humo y tanta incertidumbre, queda algo cristalino: la gente es la que sostiene la esperanza. Vecinos, voluntarios, brigadistas, bomberos de aquí y de allí… todos reconocen que el esfuerzo es compartido. El enemigo tiene nombre: el fuego. Y todos los demás, aunque lleguen de mil kilómetros de distancia, están del mismo lado.
La noche será crucial para que mañana el avance sobre el enemigo común pueda tener otro nombre que empieza por "f" y que no queremos gafar, pero que tenemos confianza en que así sea.