Dos décadas escoltando a La Magdalena: aniversarios y luto en el Santo Entierro
Año aniversario, pero también de luto y despedidas. La Real Cofradía del Santo Entierro saldré este 2023 a las calles en medio de unas efemérides que marcan la historia más reciente de unos orígenes que se remontan al siglo XVI antes incluso de su fundación en 1593.
Una procesión que abre con el paso de La Magdalena llorando la muerte de Cristo depositado en una urna. Un desfile de doce pasos, la mayoría de ellos grupos escultóricos, con creaciones que datan del siglo XVI -es el caso de La Urna de la que se tiene conocimiento desde 1557-, VII-con el Cristo de las Injurias, La Lanzada (Longinos), El Descendimiento y El Descendido- al más reciente de la mano de La Conversión del Centurión que data del año 2000.
Precisamente la imagen que abre el paso cuenta con una escolta de lujo que cumple veinte años custodiándola durante el desfile del Viernes Santo por las calles de Zamora. Un grupo de ocho soldados y mandos del Ejército del Aire y del Espacio componen el cortejo de esta imagen. Una organización exquisita que ha sido posible gracias a la organización en la persona de Juan Carlos Arroyo Luelmo.
Pero 2023 es también el año de la soledad del grupo escultórico más reciente. Y es que en un periodo de apenas cinco meses La Conversión del Centurión perdió a sus dos buques insignia representados en el escultor que dio vida a este conjunto de cinco figuras que representa el arrepentimiento del soldado romano al morir Cristo en la cruz. Fernando Mayoral Dorado dejó el último legado que a día de hoy desfila entre las túnicas de raso negro y que obligó a una serie de adaptaciones -cortando entre otros la parte superior de la cruz y reduciendo la distancia de los pies del Cristo al montículo del Calvario- para adaptarse a las dimensiones del ya desaparecido Museo de Semana Santa.
Su escultor falleció el pasado 14 de junio, una pérdida que se sumó en noviembre a la de Laureano Rivera González, benefactor del grupo escultórico.