Sin primavera en Villanueva de Valrojo: "Mires donde mires, todo lo domina el negro. Es un paisaje lunar"

Foto del incendio en la Sierra de la Culebra

Los campos de brezo han desaparecido sin opción a florecer: "Mires donde mires, todo lo domina el negro. Es un paisaje lunar en el que mires donde mires desde el campanario, la sensación es que no hay nada"

Victoria Mozo, una aficionada de la micología, habla desde el recuerdo de una Sierra a la que no ha vuelto a poner recorrer desde el que incendio arrasó. Así relata esta farmacéutica de Villanueva de Valrojo y que desarrolla su profesión en Villardeciervos la doble experiencia de los días más frenéticos que se han vivido en la zona desde que tiene recuerdo

"Sólo ha quedado una planta de lavanda y siempre digo. Te salvaste". Caminar por el término de Villanueva de Valrojo es adentrarse en un auténtico lunar dominado por el negro. El paso del fuego supuso una auténtica devastación que un año después continúa muy patente en Villanueva de Valrojo, también en los otros 52 municipios afectados y, por supuesto, en el corazón de la Sierra de La Culebra. 

"Mires donde mires desde el campanario, la sensación es que no hay nada". Victoria Mozo, una aficionada de la micología, habla desde el recuerdo de una Sierra a la que no ha vuelto a poner recorrer desde el que incendio arrasó. Más allá del paisaje desalador, el fuego devastó las vidas y esperanza de miles de habitantes que durante días fueron incapaces de conciliar el sueño. "Fue la noche más horrible de mi vida". 

Así relata esta farmacéutica de Villanueva de Valrojo y que desarrolla su profesión en Villardeciervos la doble experiencia de los días más frenéticos que se han vivido en la zona desde que tiene recuerdo. "Ha supuesto un antes y un después. Esa tristeza va a ser imposible volver a experimentarla". 

Fue la noche la noche del jueves, 16 de junio, al viernes, la más agónica que recuerda. En vilo, con el móvil en la mano y pendiente de los diferentes grupos de WhatsApp, las noticias sobre el avance del fuego y los desalojos asomaban en forma de breves pero agónicas notificaciones. Una sensación que se prolongó incluso cuando las llamas dieron paso a las cenizas. Aún con los rescoldos calientes, los vecinos se mantenían en alerta constante con su alcaldesa, Belén Martín, a la cabeza: "Subía cada día para vigilar la presencia de insectos en la madera quemada". 

Incendio en la Sierra de la Culebra

Los rebrotes en el pinar próximo les obligó en más de una ocasión a personarse con cubos y mangueras para evitar que el fuego volviera a hacer acto de presencia. Aún recuerda Victoria cómo su propio hijo regresaba con las zapatillas y los vaqueros quemados tras una tarde intentando lidiar con las brasas ocultas bajo un manto negruzco. Aún hoy, con cada camión llevándose la madera quemada, la sensación desahogo vuelve a hacer acto de presencia: "Cada vez que veo uno pienso que ahí se va un trozo de nuestra vida". 

Aún recuerda Victoria su seguridad de que el fuego desatado por aquel fatídico rayo no podría llegar a la zona. "Fue rápido. Cayó en la falda media de la Sierra, pero nunca pensé que el fuego pudiera cruzar Ferreras de Arriba". Tras un leve descanso, el incendio se avivó para extenderse en sentido Sarracín, Riofrío y Abejera de Aliste, los primeros pueblos que sufrieron el desfile de evacuaciones mientras desde Villanueva se divisaba ya la línea roja sobre el monte. 

La jornada del viernes fue aún más dramática: Victoria recuerda cómo a su llegada a la farmacia llegaron los primeros avisos de desaojo de Villardeciervos: "A partir de ahí fue una película convertida en una triste realidad en la que ni nos enterábamos de lo que estaba ocurriendo". El cambio de la dirección del viento obligaba a ampliar las alertas en la zona y los propios vecinos que comenzaban a ofrecer sus hogares tuvieron que cambiar de planes: "Cuál fue nuestra sorpresa que el fuego venía hacia Villanueva". 

Incendio en la Sierra de la Culebra. Foto cedida

La impotencia de mantener los brazos cruzados y "sólo esperar acontecimientos" aún se mantiene doce meses después. Fueron muchos los que resistieron hasta el momento crítico y que sólo abandonaron sus hogares durante unas horas, mientras que un grupo de vecinos resistió para salir al monte a realizar cortafuegos que impidieran que el fuego llegara más allá del cementerio: "Les dijeron que no se podía y ellos actuaron bajo su responsabilidad y con el apoyo de todo el pueblo". 

Desde entonces ha pasado un año y al paso del tiempo se une la desesperanza, una idea compartida: "La Sierra está vacía totalmente. A nosotros ya nada más se nos puede quemar. Como no ardan las piedras...".