La lucha contra la concepción tradicional de la anorexia: "Mi intención nunca fue lograr una estética concreta, sino calmar mi autoexigencia"
El relato de Olatz Rodríguez, exgimnasta de élite, es el de una joven que en 2017 y con tan sólo 15 años entró a formar parte del complejo grupo de 62.418 personas tenían un diagnóstico clínico de anorexia nerviosa o bulimia. En apenas cinco años, el numero de casos aumentaron en un 32%
Su historia le llevo a escribir "Vivir del aire" escrito en primera persona para visibilizar su lucha contra este diagnóstico que le llevó al hospital y a retirarse de la gimnasia de élite con tan sólo 17 años
"Mi intención nunca fue como tal lograr un perfil o una estética concreta sino, más bien, calmar la ansiedad que me producían ciertos factores externos e internos. Y encontré en el hecho de controlar la alimentación ese relativo freno a mi angustia y autoexigencia extrema". El relato de Olatz Rodríguez, exgimnasta de élite, es el de una joven que en 2017 y con tan sólo 15 años entró a formar parte del complejo grupo de 62.418 personas tenían un diagnóstico clínico de anorexia nerviosa o bulimia. En apenas cinco años, el numero de casos aumentaron en un 32%.
Y pese a todo, su historia presenta rasgos que se escapan a la concepción social que se tiene a la hora de hablar de trastornos de la alimentación. Lejos de cumplir las características que describen a la anorexia nerviosa (personas con un peso corporal anormalmente bajo, temor intenso a engordar y con una percepción distorsionada de su cuerpo), su caso se enmarcaba dentro de un subtipo restrictivo con una única pauta pero muy concreta: reducir la ingesta de alimentos, sin los posteriores atracones ni conductas de purga asociadas al sentimiento de culpabilidad.
Su caso es un relato entre miles pero que ha sabido dar el salto, en buena parte gracias a su consideración en el mundo del deporte en el que compitió de la mano del Club Ritmo (León) hasta integrarse en las filas de la Selección Española de Gimnasia Rítmica individual. Finalista en el Campeonato de Europa júnior en 2018, el relato que se escondía tras las puertas del éxito era el de una joven que, pese a su madurez, llevaba luchando desde los 15 años contra este trastorno.
Un relato que ha puesto este miércoles sobre la mesa en el Auditorio del Campus Viriato de Zamora, siempre con el lema por bandera de que "cada cas es un mundo". Lo hace apoyada en la publicación de "Vivir del aire" en el que da cuenta de su experiencia de vida y su lucha contra este diagnóstico que llevó al hospital a esta tinerfeña de nacimiento pero leonesa de adopción. Una exposición de lucha contra los tabúes, el estigma social que se mantiene en torno a estos trastornos -hoy precisamente se celebra el Día Internacional de la lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA)- que hace que haya personas que no puedan terminar de detectar estos comportamientos como lesivos y peligrosos. "Con el perfil de anorexia que yo había percibido socialmente antes de padecerlo no me podía sentir identificada".
Un círculo que Olatz compara con el de las drogas: "Siempre va a más y cuando deseas abandonar esa conducta es cuando te das cuenta cuando ya no puedes abordarlo sola". Todo a pesar de la sensación inicial de bienestar, ya no físico -remarca- sino mental. "Para mi la cabeza era un ahora, pero no sentía la necesidad de mirarme al espejo de manera compulsiva".
Una culpabilidad que se le "fue de las manos" hasta el punto de tomar la dura determinación en el año 2019 de abandonar el mundo de la gimnasia rítmica a la que llevaba dedicada en cuerpo y alma durante prácticamente toda su vida pese a que no achaca a la competición el detonante de su historia. Un relato que ahora ha llegado a los zamoranos con el ánimo de conectar y ofrecerse como una vía de conexión y entendimiento. Una tabla de salvación como para ella fue escribir este libro y que ahora se traduce en una ayuda mutua entre lector y esta joven luchadora.