Cuando el arte se lleva en las venas: MILARTE
La zamorana Mila Pérez abrirá en septiembre las puertas de MILARTE, un centro dedicado a fomentar la creatividad de niños y ofrecer calidad de vida a la tercera edad
“Sin el bullicio de los niños y la calma de sus mayores, una ciudad está muerta”
Ni la pandemia puede con la ilusión de Mila Pérez. Con un proyecto frustrado por el estallido de la crisis sanitaria, esta zamorana de 59 años se ha lanzado a la aventura de emprender en solitario, algo más que necesario en una tierra en la que el sonido de las persianas que echan el cierre definitivo resuena de manera casi diaria.
“Hay que tirar por Zamora y por sus gentes”. Con esta premisa, Mila ha dado una vuelta de tuerca a su proyecto inicial, esta vez gracias al impulso de su familia y entorno más cercano, lanzada a convertir su gran pasión en su profesión. Con el aval que le dan sus múltiples reconocimientos artísticos, sumados a su amplia y diversa experiencia laboral -que incluye el mundo de la asistencia sociosanitaria-, Mila se muestra convencida de que el futuro pasa por ofrecer alternativas para favorecer la creatividad entre los más pequeños. “Sin el bullicio de los niños una ciudad está muerta”.
Así nace MILARTE, un proyecto multidisciplinar dirigido a todas las franjas de edad, pero que busca potenciar la vena artística entre los más pequeños, al tiempo que espera poder hacer un hueco para que la tercera edad pueda explayarse con comodidad al pausado ritmo del croché, de las técnicas de costura y los mandalas. También a adultos a los que ofrecerá a partir del mes de octubre todas estas actividades, sumadas a clases de yoga y que completa un amplio abanico de oportunidades de ocio para los zamoranos en pleno corazón de la capital.
Porque MILARTE se ubicará en pleno pasaje de Olmedo en un ambiente en el que predominan los carteles de “Se vende” o “Se alquila”, los escaparates vacíos y la pintura y el papel tapando el interior de unos locales sin vida. “Es tal panorama que cuando me acerco no puedo evitar pensar: Dios mío, es de locos”. Con ese vértigo de unas vistas dominadas por pestillos y candados y que acrecientan los temores tras un negocio fallido por la imposición del confinamiento domiciliario en la primavera de 2020.
“He hecho muchas cosas en mi vida y tengo la necesidad de no echar la vista atrás”. Mila proyecta su futuro en la experiencia de los años y en el convencimiento de la necesidad de luchar por sus sueños con las propias necesidades de una ciudad que también envejece y que precisa de una atención y una calidad de vida a la altura.
Ese será un objetivo más a medio plazo y que pasa también por aprovechar el hueco de las mañanas, mientras los niños están en el colegio, para prestar la debida atención de los mayores de 70 años cuya soledad en nuestro país se sitúa ocho puntos por encima de la media europea. Sus planes también contemplan incluir talleres que fomenten la relación familiar, aprovechando así las clases de yoga para extenderlo a los menores.
Mila habla desde el interior de su local aún a medio reformar, entre los planos de los murales que ya comienza a proyectar sobre las paredes y planteando si dejar un gran espacio en blanco sobre el que los más pequeños puedan desplegar toda su imaginación. “Igual tengo que replantearlo porque como lo repliquen en casa será un problema”, bromea. Allí, entre acrílicos, pinturas y mucha imaginación, el proyecto cobra más sentido que nunca.
Una constante que ha marcado el carácter de esta zamorana multidisciplicar como el propio negocio que plantea y que abrirá sus puertas en el mes de septiembre con el periodo de matriculación y que ya deposita sus esperanzas en poder ampliar su personal contratado. Por el momento, las obras avanzan en el local al tiempo que las primeras actividades ya han empezado a despegar en formato online o a domicilio. Siempre bajo su premisa. Intentar, intentar y volver a intentar.