El Zangarrón de Montamarta despierta antiguas tradiciones en el primer día del año

El Zangarrón de Montamarta. Imagen cedida
El Zangarrón, con su tridente en mano, se aventuró a felicitar el año a los vecinos y a pedir el aguinaldo, una costumbre que ha perdurado a lo largo de los siglos

En la soleada jornada que ha marcado el inicio del nuevo año, Montamarta ha vuelto a vibrar con la presencia del Zangarrón, una de las mascaradas más emblemáticas de la provincia que, desde épocas ancestrales, revive las celebraciones vinculadas al cambio del solsticio con su danza y el sonido estridente de su cencerro.

Las raíces del Zangarrón se hunden en la historia antigua, remontándose a las festividades del cambio del solsticio en la época romana. En Montamarta, esta figura enmascarada es un símbolo arraigado en la cultura local y representa la esencia misma del ciclo invernal.

Los vecinos, ávidos de tradición y ansiosos por revivir la esencia de sus raíces, han observado con entusiasmo cómo el Zangarrón salió a las calles de Montamarta desde las primeras horas de la mañana. El Zangarrón, con su característico traje y haciendo resonar su cencerro, desató la alegría y la nostalgia en cada rincón de la localidad.

El Zangarrón, con su tridente en mano, se aventuró a felicitar el año a los vecinos y a pedir el aguinaldo, una costumbre que ha perdurado a lo largo de los siglos. El peculiar personaje no dudó en azuzar con su tridente a aquellos que se cruzaban en su camino y a aquellos que resistían la tentación de contribuir con una propina.

Zangarrón de Montamarta. Imagen cedida

La danza del Zangarrón no solo evoca las antiguas celebraciones, sino que también representa un vínculo vivo entre el pasado y el presente de Montamarta. Los vecinos, agradecida por el regreso de esta tradición, se unió con alegría a la festividad, contribuyendo a mantener viva una parte fundamental de su identidad cultural.

Zangarrón de Montamarta. Imagen cedida (2)

A medida que el Zangarrón ascendía hacia la ermita para pedir el aguinaldo, los vecinos se sumaban a la procesión, compartiendo risas, saludos y el espíritu festivo que marcaba el inicio del año. En un mundo moderno donde las tradiciones a menudo se desvanecen, Montamarta y su Zangarrón son un recordatorio tangible de la importancia de preservar y celebrar la riqueza cultural que ha perdurado a lo largo de los siglos.