“Los telediarios se llenarán de imágenes de llamas en las que se queman deseos, los mismos que ignoraron las que quemaron la Sierra de la Culebra”: el sufrimiento de Zamora
El dolor del incendio de la Sierra de la Culebra es tan grande que es difícil mirar hacia otro lado. Y es que no hay que mirar. Hay que seguir luchando. Y a veces, el dolor se transmite a través de las palabras. Ana Rodríguez es una vecina de Zamora que ha querido reflexionar sobre lo ocurrido y que comparó con la hoguera de San Juan que se encendió anoche en tantas ciudades de España.
“Hoy arderá el fuego. Arderán las hogueras de San Juan. Arderá el mismo fuego que ardió los últimos días en Zamora, el que ya se ha olvidado o ni siquiera se llegó a conocer.
Hoy los telediarios se llenarán de imágenes de llamas en las que se queman deseos, mismos telediarios que ignoraron las llamas que quemaron la Sierra de la Culebra.
Un incendio que ha arrasado más de 30.000 hectáreas de Reserva Natural y Espacio Protegido en menos de una semana, pero que no merece más que unos segundos en las noticias del día. Para hacernos una idea de su extensión, el volcán de La Palma afectó a 3.100 hectáreas en 3 meses, teniendo una repercusión muchísimo mayor.
Un fuego que ha engullido la masa forestal y los pastos, y que se ha llevado por delante la vida del ganado y de la fauna salvaje.
Una situación aterradora en la que "se escuchaban los aullidos de los lobos quemándose" y se podían ver los cuerpos de los ciervos carbonizados yaciendo sobre un suelo teñido de negro.
Una pesadilla que ha obligado a cientos de personas a ser evacuadas, mientras impotentes veían el naranja del cielo cubrir sus montes y el rojo de las llamas devorar sus tierras. Que ha dejado a muchos vecinos sin nada más que un corazón abrasado y encogido, custodiando las llaves de sus hogares como un tesoro y rezando por los que se quedaron a defender los pueblos mano a mano con los bomberos.
Una situación surrealista en la que el corte de la línea de AVE entre Zamora y Galicia parecía ser más relevante que la tremenda catástrofe natural que ha supuesto.
Un desastre socio-ambiental en una zona con alto riesgo de incendios en la que la escasez de medios humanos y materiales a la hora de prevenir y combatir las llamas jugó un papel determinante en su avance descontrolado.
Nada queda y nada hubo del mayor incendio forestal del siglo XXI y, según las mediciones provisionales, de la historia de España desde que hay registros.
Nada queda ya de un paraíso que ha sido reducido a cenizas. Ni de la tristeza y los llantos de los zamoranos que, aunque no hayan salido en la tele de nuestro salón, han existido y existen.
Era la España vaciada, y ahora es la España calcinada y silenciada”.