Piezas donde late el corazón roto de una madre
El Archivo de la Diputación conserva amuletos, medallas y cartas para identificar a los niños que eran entregados en el Hospicio
El Archivo Histórico de la Diputación Provincial custodia pequeños retazos de otras historias: las de las madres que entregaban a sus hijos en el torno del Hospicio y que, de alguna manera, esperaban recuperarlos. Cartas, relicarios, medallas y amuletos que son un corazón latiendo entre legajos y documentos administrativos.
Cartas (algunas partidas como un puzle que algún día debía encajar), medallas, monedas, relicarios, amuletos...pequeños objetos que son como un corazón latiendo entre los fondos del archivo. El corazón roto de aquellas madres que dejaban a sus bebés en el torno del Hospicio (ubicado entonces en lo que hoy es el Parador Nacional), con la esperanza de recuperarlos algún día mediante esa identificación. Pequeñas piezas que desde hoy se pueden contemplar en la exposición sobre los 200 años de la institución que abre hoy sus puertas al público en la sala de La Encarnación.
Dentro de la labor asistencial de la institución, además del Hospital Provincial (herencia de los hospitales de La Encarnación y Sotelo), el corregidor Romualdo Jiménez crea, en la última década del siglo XVIII, el Hospicio Provincial. Al desaparecer las Juntas Locales y Provinciales de Beneficencia, la Diputación hereda también la documentación anterior, según explica el archivero de la institución, Pedro García Álvarez.
Haedo y la Banda de Música
Es una muestra más de que la labor de la Diputación no era sólo asistencial, si no instructiva, ya que además de la importancia de la música en la educación de los niños, la institución pone en marcha distintos talleres de sastrería, imprenta o carpintería, donde muchos de ellos podrían ganarse posteriormente el pan.
Sor Ignacia Idoate
Valor sentimental
La selección de pequeñas piezas de finales del XIX y principios del XX que queda hoy expuesta al público conservan el valor sentimental de aquellas madres que dejaban a sus pequeños en el torno del Hospicio (unas por circunstancias económicas, otras por motivos sociales, ya que un hijo fuera del matrimonio entonces era una mancha, por lo que a muchas jóvenes de buena posición su propia familia les obligaba a entregar a sus hijos), aunque dejaban un pequeño símbolo de identificación con la voluntad de recuperarlos algún día.
Identificación, pero también protección: escapularios de la Virgen del Carmen, estampas del Santo Ángel de la Guarda, medallas de las distintas advocaciones de la provincia (Vezdemarbán, Virgen del Tránsito, Virgen del Canto, o incluso una Virgen de la Quinta Angustia, procedente de Roma), amuletos y piezas esotéricas (procedentes de la zona de Aliste) conforman un paseo por los recodos más sentimentales del archivo y de la propia institución provincial.
Ahí, en esas pequeñas piezas, sigue latiendo el corazón de aquellas madres que entregaban a sus hijos con la esperanza de volver a darles un abrazo que nunca llegó.