El parchís de ocho que salva pueblos: las mujeres rurales se rebelan contra la soledad

parchis para ocho
Del parchís XXL a la vida social: así luchan las mujeres rurales por no dejar morir sus pueblos

En la Granja de Moreruela, cuatro mujeres se sentaron a jugar al parchís una tarde cualquiera. Hoy son muchas las parejas, tienen un torneo fijo todos los domingos y miércoles, y hasta han creado un parchís gigante para ocho personas incluso personalizado y con foto. Lo que empezó como un simple entretenimiento se ha convertido en una lección de vida para toda la comarca. Algunos jóvenes del pueblo también se han unido a la iniciativa y claro está que el acierto es clave en la vuelta a las tradiciones y al "juntarse" para compartir momentos de ocio y convivencia.

Es una historia sencilla, pero llena de significado, de esas que no salen en los grandes telediarios pero que son las que verdaderamente sostienen la vida en los pueblos.
Mujeres rurales que resisten, que se reinventan, que se niegan a dejar que sus pueblos mueran.

El parchís y la mesa camilla: armas contra la despoblación y la soledad

Las tardes de parchís, de cartas, de charlas al fresco junto al corchet (o “corrillo” de vecinos en la puerta de casa), forman parte del ADN de nuestros pueblos.
Son tradiciones que no salen en los libros de historia, pero que han sostenido durante décadas la vida rural. El sentarse al fresco en el "poyo" de la puerta de casa sigue siendo habitual en muchas de las poblaciones de la Zamora vaciada.

Ahora, en un tiempo donde internet, la televisión y el aislamiento individual van ganando terreno, son estas mujeres las que siguen luchando para que sus calles no se queden vacías.

partida en el bar

La Granja de Moreruela es solo un ejemplo.
En este pequeño pueblo zamorano, la iniciativa de unas pocas vecinas se ha convertido en todo un fenómeno social.
Quedan todas las tardes en el bar, se organizan por parejas, comparten risas y alguna que otra trampa amistosa, y se ayudan entre ellas.

El parchís ha sido la excusa, pero el verdadero premio es la compañía.

El envejecer juntas: el valor del envejecimiento activo

Este torneo improvisado es un reflejo perfecto de lo que hoy se denomina "envejecimiento activo".
Salir de casa, caminar hasta el bar o el centro social, participar en una partida, organizar un cumpleaños alrededor de una mesa camilla... Todo esto supone mucho más que entretenimiento:

  • Es salud física, porque implica moverse, socializar y mantenerse activas.
  • Es salud mental, porque combate la soledad, ejercita la memoria y estimula las emociones.
  • Es salud emocional, porque les devuelve la risa, el contacto y el sentimiento de pertenencia.

Las mujeres rurales son las que están impulsando este cambio en muchos pueblos.
Han criado, trabajado y cuidado a generaciones enteras, y ahora se niegan a que la última etapa de sus vidas transcurra en silencio.

En pueblos como Moreruela, Villarrín de Campos, Faramontanos o Tábara, las mesas de cartas y parchís se convierten en puntos de encuentro donde se celebra la vida.
Nacen amistades nuevas, se refuerzan las de siempre, y los días tienen de nuevo algo por lo que ilusionarse.

Más allá del parchís: los paseos y las charlas al fresco

Con la llegada del buen tiempo, también resurgen los paseos en grupo.
Son otra de las actividades que están cobrando fuerza en muchos municipios.
Salir juntas a caminar por el entorno rural, estirar las piernas y luego tomar un café, es otro ejemplo del empuje que estas mujeres están dando al envejecimiento activo.

Y al caer la tarde, vuelve el ritual del corchet, ese círculo de sillas en las puertas de las casas, donde se arregla el mundo mientras pasa la brisa.
Porque el pueblo no es solo un lugar donde vivir; es un espacio donde compartir.

Pueblos que se resisten al olvido

Mientras la España vaciada sigue siendo una realidad palpable en Zamora, estas iniciativas espontáneas demuestran que los pueblos aún tienen vida.
La clave está en el tejido humano, en las redes de apoyo que se crean entre vecinos, especialmente entre las mujeres.

Envejecer no tiene que ser sinónimo de quedarse en casa viendo la televisión.
Tampoco tiene que significar acabar en una residencia por falta de alternativas.
Hay otra manera, y estas mujeres nos lo están enseñando: envejecer juntas, compartiendo vida alrededor de una mesa de parchís o durante un paseo por el campo.

El reto de las administraciones: fomentar lo que ya funciona

El éxito del “parchís de Moreruela” y de otros pueblos debería ser tomado como ejemplo por las administraciones locales y provinciales.
Fomentar estas pequeñas actividades de envejecimiento activo no requiere grandes inversiones, pero sí atención y apoyo.

  • Crear espacios acondicionados en los bares o centros sociales.
  • Proveer material, desde juegos de mesa a mesas y sillas adaptadas.
  • Ofrecer transporte para aquellas personas con movilidad reducida.
  • Programar actividades sencillas, pero constantes.

Muchas veces la solución no está en traer grandes infraestructuras, sino en fortalecer lo que ya existe: el deseo de estar juntos.

campeonato de parchís

Volver al pueblo, volver a nuestras raíces

La pandemia nos enseñó a valorar el contacto humano y la vida sencilla, pero parece que lo hemos olvidado rápido.
Estas mujeres rurales nos recuerdan que en el pueblo sigue estando la raíz, el origen de todo.

Sentarse a jugar al parchís o dar un paseo al caer la tarde puede parecer algo simple, pero en esos gestos está la clave para luchar contra la despoblación, la soledad y el olvido.
Porque un pueblo no muere mientras sus vecinos sigan encontrando motivos para juntarse, reír y compartir la vida.

Haberlas, haylas: las mujeres que sostienen nuestros pueblos

En La Granja de Moreruela, en Villarrín, en Faramontanos, en la alta Sanabria o en el Sayago más profunco, en cada rincón de la Zamora rural, hay mujeres que siguen empujando para que la vida continúe.
Son ellas las que sostienen los pueblos mientras otros se van.
Son ellas las que demuestran que envejecer es, sobre todo, seguir viviendo.

Y quizás la próxima vez que pases por uno de estos pueblos y veas a cuatro mujeres jugando al parchís, sepas que en realidad no están jugando: están salvando su pueblo.

jóvenes integrados