La magia de la Semana Santa en la provincia de Zamora

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Sinfonías ancestrales, ceremonias emotivas y procesiones llenas de fervor son solo algunas de las expresiones de esta celebración que trasciende lo religioso para convertirse en un símbolo de identidad y arraigo en toda la región

En la provincia de Zamora, la Semana Santa se erige como un crisol de tradiciones, devoción y solemnidad, donde los pueblos de la comarca revelan su profunda conexión con la fe y la historia. Fuentesaúco, emblema de la comarca de La Guareña, despliega sus celebraciones con la majestuosidad propia de su tradición. La cofradía laica de los Nazarenos, envuelta en túnicas de púrpura oscuro, marca la pauta con su imponente presencia, destacando especialmente en las procesiones del Jueves y Viernes Santo. El vía crucis nocturno, una experiencia que cautiva a los espectadores, ilustra la devoción arraigada en cada rincón del pueblo.

Por su parte, Villarrín, testigo del devenir del tiempo en la comarca de La Lampreana, preserva una Semana Santa impregnada de misterio y tradición. La procesión del Jueves Santo, cuyas raíces se pierden en el trascurso de los siglos, despliega un desfile de nazarenos descalzos, portando túnicas penitenciales y rindiendo homenaje a la fe con cada paso. En Villafáfila, el Descendimiento de la Cruz del Viernes Santo añade un toque de solemnidad y emotividad a las celebraciones.

Las localidades de Villalpando y Castroverde, ancladas en la historia y la religiosidad popular, dan vida a procesiones y cofradías que datan de tiempos inmemoriales. Sus calles, impregnadas de historia y fervor, son testigos del paso de las procesiones, algunas de las cuales atraviesan emblemáticas puertas y murallas que encierran siglos de historia y devoción. 

Además, otras localidades como Alcañices, Fermoselle, Coomonte, Manganeses de la Lampreana, Malva, Villardeciervos, Fuentelapeña o Carbajales, contribuyen con sus propias tradiciones y rituales a enriquecer el mosaico de la Semana Santa zamorana. Sinfonías ancestrales, ceremonias emotivas y procesiones llenas de fervor son solo algunas de las expresiones de esta celebración que trasciende lo religioso para convertirse en un símbolo de identidad y arraigo en toda la región.