Los raianos vuelven a la valla y a la frontera, los de uno y otro lado vuelven a un confinamiento obligado por las cadenas

Se volvió a cerrar la frontera, la de la raya, que ahora de nuevo es la valla, Zamora y Braganza de nuevo más lejos.

Madrid y Lisboa se vuelven a alejar aunque digan lo contrario. Los habitantes de la raya poco importan a dos gobiernos que desde las capitales poco han aprendido de la primera ola en la que el cierre parecía ser la panacea pero que tras la llegada de la tercera, claro está que naranjas de la China.
Los habitantes de un lado y otro de esta raya, que ni en tiempos de Franco se respetaba, son los que ahora con la pandemia quedarán de nuevo más afectados.
Los comerciantes de Miranda do Douro sufrirán un nuevo revés y los zamoranos que tienen negocios en la zona fronteriza volverán a romper sueños de futuro. Ya nada que decir de los agricultores y ganaderos que tendrán de nuevo sus más y sus menos con los GAR y la Guardia Civil que cumplen órdenes de sus respectivos gobiernos y que no son parte de una globalización cada día más desglobalizada, pero para ellos.
En la hostelería y el comercio, el turismo y la construcción aunque haya permisos no habrá forma de sacar adelante proyectos futuros ya que el panorama no es nada halagüeño, y las restricciones de estos 10 días volverán a retrasarlo todo.
2020 parecía arrancar con muy buena pinta proyectos de colaboración de un lado y otro sumaban sinergias y las comarcas daban rienda suelta a la imaginación de negocios a medias entre portugueses y españoles unidos además de por la raya donde se veía aliciente, por los proyectos que muchas veces conducía la FRAH para coordinar empresas y empresarios hispano lusos que ávidos de negocios a medias hacían piña en esta zona desfavorecida que había llamado la atención de Europa.
Que Quintanilla y Miranda estén abiertas al tránsito de transportistas y de trabajadores fronterizos retrasa a muchos vecinos de un lado y otro que se ven obligados a pasar por esos dos estrechos pasos que restringen e intentan evitar contagios.

Pero todo va más allá y "raianos" son también todos aquellos que viviendo a una distancia prudencial de la frontera (15, 20, 30, 40, 50 kms...) tienen en su día a día, y sino diario, casi diario, el otro país, la zona próxima a la frontera del otro país, como elemento de notable referencia en sus vidas, son novias y novios, matrimonios, amigos de largo tiempo, relaciones sociales, económicas, deportivas, culturales, de todo tipo. Toda esta gente y a los que trabajan inter-fronterizos se les parte el alma. El cierre de fronteras es un insulto, a la inteligencia y a la llamada responsabilidad social, una agresión vil, un atentado a la hermandad entre los pueblos y que desoye los consejos de la Unión Europea. Los estados tendrían que tener mucho más en cuenta esa globalización que desglobalizan cuando les viene en gana. 

La incidencia en Portugal es mayor que la de España por esta vez en la primera ola tuvimos que mirar para saber como lo hicieron de bien, aún así también cerramos fronteras, si cerramos provincias podemos hacer lo mismo con los nueve puntos que une Zamora a Portugal, pero lo doloroso es para esos siete que quedan perdidos y que tanto bien hacen a los pueblos "raianos", como dejar de atender al ganado que pasa de un país a otro para pastar o como dejar de atender las tierras en uno u otro lado para que luego haya desabastecimientos y se culpe a quién a los transportistas? o a los aldeanos?, la mente global pensante, esa que paga cantidades astronómicas por vacunas que luego las compañías no son capaces de suministrar a tiempo, esos son los que tienen que pensar también en los "raianos" que no han desaparecido aún, aunque para ellos ni cuenten.