El embalse de Ricobayo registra un crecimiento histórico y supera la media de los últimos 25 años
El embalse de Ricobayo ha experimentado un espectacular crecimiento en su nivel de agua, pasando a acumular 631 hectómetros cúbicos, lo que supone el 54% de su capacidad total. Este incremento coloca al embalse por encima del promedio registrado en los últimos 25 años, una noticia positiva después de que en 2025 emitiera un SOS por su preocupante nivel.
Los embalses hidroeléctricos de regulación, como el de Ricobayo, desempeñan un papel esencial en la retención de agua, ayudando tanto a mitigar los efectos de la sequía como a contener crecidas. En los últimos días, la acumulación de agua ha evitado desbordamientos gracias a una gestión coordinada con las administraciones competentes.
La regulación del caudal en estos embalses se realiza bajo un control riguroso que busca garantizar la protección del ecosistema fluvial. En épocas de escasez hídrica, permiten optimizar el uso del agua almacenada, mientras que en periodos de lluvias intensas aseguran una gestión eficiente para evitar daños en zonas situadas aguas abajo.
Uno de los principios fundamentales de la energía hidráulica es que el agua no se desperdicia ni se consume en el proceso de generación de electricidad, sino que se reutiliza de manera controlada. Esta forma de producción energética permite aprovechar la fuerza del agua sin derrochar recursos hídricos, regulando su flujo de manera eficiente y cumpliendo con la normativa vigente.
Iberdrola, la empresa encargada de la gestión de varios embalses en la cuenca del Duero, administra infraestructuras clave para el almacenamiento y regulación del agua. Entre ellos, destacan Almendra en Salamanca, el mayor de la región con 2.586 hectómetros cúbicos de capacidad, así como Cernadilla y Ricobayo en Zamora, con 256 y 1.148 hectómetros cúbicos respectivamente.
Además de estos grandes embalses, existen otros de menor volumen que no tienen capacidad de regulación, como Aldeadávila y Saucelle en Salamanca, y Valparaíso, Agavanzal, Villalcampo y Castro en Zamora. Estos embalses funcionan con variaciones mínimas en su nivel y permiten un flujo más constante del agua.