El ejército contra el coronavirus de Venialbo

Venialbo mantiene la lucha contra el coronavirus desde el inicio de la pandemia y fue uno de los primeros pueblos en repartir, a todos sus vecinos, un kit de protección que consistía en un par de mascarillas por persona. Ha sido tanta la implicación en el pueblo que para limpiar y desinfectar las calles se hacen diferentes turnos ante la gran cantidad de voluntarios que forman un ejército que no va a dar tregua al coronavirus.

Pepita, Pilar, Melinda y Mireya han decidido dar un paso adelante en Venialbo y encargarse de los jardines y zonas verdes del municipio que, como en otros lugares, crecían sin el control de los trabajadores. Junto a ellas está Raúl, el quinto voluntario que está permitiendo que los jardindes y el teso de las bodegas recupere su mejor aspecto. Son los últimos voluntarios en unirse a un ejército que supera en número, ilusión y ganas al del coronavirus.

A Venialbo no ha llegado el coronavirus o, al menos, si ha llegado, no ha conseguido entrar en el organismo de ningún vecino. Y ese hito es el objetivo que se marcan los vecinos que cada día salen a trabajar por su pueblo y por sus convencinos. Todo el que puede sale a colaborar de una forma o de otra para que el virus se siga quedando lejos. Al ejército encargado de adecentar el pueblo se une uno mucho más importante ya que es el que limpia y desinfecta calles y lugares públicos de Venialbo. César, Vaito y Agustín fueron los últimos en hacer, de forma desinteresada y voluntaria, la limpieza del municipio el pasado sábado. El jueves fueron Sergio y Ramón, acompañados por César de San Miguel de la Ribera los que cogieron sus tractores y recorrieron todas las calles. Juan Carlos Argüelles y Ángel hicieron lo propio mochila al hombro. Ese jueves, uno de los últimos días de abril, Cosmin también formó parte del equipo que lleva a cabo el desbroce de las zonas verdes.

Antes que ellos también estuvieron Rafa, Jorge, Dari, Fidel, Luci, Miguel Ángel, Isidoro, Iñaki, Jose Ramos, One o Ramiro, entre otros. Una larguísima lista de voluntarios involucrados que se han ido turnando para que cada dos o tres días no faltara la limpieza de un pueblo que puede presumir, no sólo de no haber sufrido los estragos del coronavirus, sino de tener entre sus vecinos un auténtico ejército de voluntarios que emanan solidaridad.