Cómo las especies invasoras transforman el Duero a su paso por Zamora

Vista del río Duero
Mejillón cebra, cangrejo rojo y cañizo gigante, entre las amenazas que desafían la biodiversidad del río y comprometen actividades como la pesca y el regadío

El río Duero, arteria vital de Zamora y testigo de siglos de historia, se enfrenta hoy a un desafío ecológico que compromete su riqueza natural. La proliferación de especies invasoras, tanto en sus aguas como en sus riberas, está alterando los delicados equilibrios que sostienen la biodiversidad local, afectando tanto al medio ambiente como a las actividades humanas que dependen del río.

Las especies invasoras no son una novedad en los ecosistemas fluviales, pero su impacto en tramos como los del Duero a su paso por Zamora está dejando huella. Desde agresivos depredadores acuáticos hasta plantas exóticas que colonizan las orillas, estas especies avanzan sin control, desplazando a las nativas y modificando las dinámicas naturales.

Uno de los mayores problemas es la presencia del mejillón cebra (Dreissena polymorpha), cuya capacidad para adherirse a casi cualquier superficie lo convierte en un enemigo formidable. Este pequeño molusco no solo compite con otras especies, sino que además obstruye infraestructuras hidráulicas esenciales para el abastecimiento y el regadío.

Otro visitante no deseado es el cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii), que llegó a la península por su valor comercial y terminó convirtiéndose en una plaga. Su voracidad afecta a anfibios y plantas acuáticas, causando un impacto que se percibe en las charcas y humedales cercanos al Duero en la provincia.

También preocupa el siluro (Silurus glanis), un gran depredador que, aunque aún no es común en este tramo del río, ya ha sido avistado. Su capacidad para devorar peces autóctonos podría tener graves consecuencias si no se toman medidas preventivas. Junto a él, especies como el alburno (Alburnus alburnus) y el gobio (Gobio lozanoi) se expanden rápidamente, compitiendo por alimento y espacio con las especies locales.

En las márgenes del Duero, el problema también se arraiga, literalmente. Plantas como el cañizo gigante (Arundo donax) colonizan grandes extensiones, desplazando a vegetación nativa como los juncos y las eneas, fundamentales para aves y pequeños mamíferos ribereños.

El jacinto de agua (Eichhornia crassipes) y el helecho acuático Azolla forman alfombras flotantes que dificultan el paso de la luz y el oxígeno en el agua, afectando directamente a los peces y otras formas de vida acuática. Aunque estas especies son más visibles en tramos bajos del río, sus efectos comienzan a sentirse en las aguas zamoranas.

El avance de estas especies tiene un coste elevado para Zamora. Desde la pérdida de biodiversidad hasta los problemas en la pesca y el riego, las consecuencias se multiplican. La lucha contra las especies invasoras en el Duero está lejos de ganarse.