Carta de un alistano "harto de pedir migajas" para revertir la despoblación en la provincia
Zamora era y sigue siendo tierra de nadie, frontera y lugar de paso. Repoblada por gentes venidas de fuera, en los nombres de muchos de sus pueblos tenemos su lugar de procedencia: Asturianos, Bercianos de Aliste, Bercianos de Valverde, Bercianos de Vidriales, Castellanos, Faramontanos de la Sierra, Faramontanos de Tábara, Gallegos del Campo, Gallegos del Pan, Gallegos del Río, Limianos de Sanabria, Madridanos, Manganeses de la Lampreana, Manganeses de la Polvorosa, Navianos de Alba, Navianos de Valverde.
Que gallegos, asturianos, bercianos, castellanos, cántabros y vascos sean parte de nuestra esencia igual explica la facilidad con la que nos mimetizamos con las gentes y el entorno cuando emigramos y lo pronto que nos olvidamos de nuestra tierra.
Y así pasa que, a diferencia de nuestros vecinos de Portugal o Galicia, en menos de una generación tendemos a olvidarnos de nuestros orígenes y pensar en un retorno a la tierra que nos vio nacer o en la que nos criamos rara vez se manifiesta en nosotros. A diferencia de gallegos y portugueses, muy pocos son los zamoranos que construyen una vivienda en su pueblo o reforman la de sus padres o abuelos, porque los zamoranos cuando nos vamos, lo hacemos para siempre.
Nuestra emigración es aun más trágica que la de nuestros vecinos o la de otras tierras. La nuestra es una emigración definitiva, de tierra quemada y de millas por medio. Y aunque volvamos a las fiestas, a los entierros, a las bodas y bautizos, a matar conejos o comer churrasco, lo hacemos solo de paso y, al final hasta dejamos de hacerlo.
Los zamoranos somos del Madrid, del Barça o del Atleti, del PP, del PSOE o de Podemos. No somos leoneses, menos aun castellanos, y la mayoría de las veces no somos ni sanabreses, alistanos o sayagueses, lo somos de Toro, de Villalpando, de Fuentesaúco, de La Hiniesta o si procedemos de San Juan del Rebollar, del Barrio Nuevo o del Barrio Viejo.
Los zamoranos somos un poco nuestros, somos como somos, y que nuestros políticos, una vez pisan las asfaltadas calles de Madrid o "Pucela", pronto se olviden de donde vienen y no se acuerden de las gentes y tierras que dejaron atrás no nos pilla, ni mucho menos, por sorpresa. A nuestros políticos solo podemos pedirles que pidan una ronda, poco más, y esperar a ver si la pagan.
Zamora, es ya un desierto demográfico con menos densidad de población que las estepas heladas de Finlandia, con recursos energéticos cuyos beneficios alimentan a la burguesía bilbaína o al funcionariado madrileño, sin industria, con una ganadería y agricultura subvencionadas y con las pensiones de nuestros ancianos como principal fuente de ingresos. Zamora no desaparece, Zamora, simplemente, ya no existe, no está, ni se la espera.
Así pues, español, político o simple contribuyente, no te pido nada, porque ya estamos hartos de pedir, cansados por haberos dado tanto, de habéroslo dado todo y porque de nada nos iba a servir seguir mendigando vuestras migajas. Solo acuérdate, político o simple contribuyente, cuando cruces por nuestra tierra para ir a Oporto o a La Coruña, que en mi tierra antes vivía gente, buenas gentes. Ah, y si te da por parar, disfruta de nuestros paisajes, de nuestra reserva de la biosfera, de nuestro aire y nuestra fauna; eso, sí, tráete un bocadillo y bebidas frescas y reposta antes de entrar.
JA Tola Blanco (Alcañices)