Alba: Tradición a la orilla del río
Tierra de Alba, conocido antaño como Los Carvajales, o Alba de Liste, tierra de tradiciones sembradas a la orilla del río Esla y del río Aliste, tierra de campesinos que mantienen sus tradiciones vivas durante todo el año.
Tierra de Alba es una pequeña comarca en el noroeste de la provincia, unidad difícilmente independiente de Aliste y Tábara, con quienes mantiene lazos tan fuertes que es díficil encontrar características que les distingan. Apenas un puñado de pueblos y una villa forman parte de esta comarca que ha vivido siempre mirando al agua de sus ríos, esos que permitieron los primigenios asentamientos.
El Esla, con su magnífico embalse es el protagonista indiscutible de la comarca. Un Esla que baña a Manzanal del Barco, Carbajales, Santa Eufemia, Videmala, Castillo de Alba, Muga o Losacino. El Esla, además, fue un accidente geográfico de difícil paso para los habitantes de Tierra de Alba que querían cruzar hasta la capital. De ahí el nombre de Manzanal o de Santa Eufemia del Barco. Y es que la necesidad de usar una barca que transportara a las personas y a los animales al otro lado del río, era una constante. El paso principal se encontraba en la confluencia entre Manzanal del Barco y Palacios del Pan, lugar de paso para los habitantes de Alba y algunos pueblos de Aliste en su caminar hacia Zamora.
Tierra de fauna y flora espectaculares, Alba ha vivido de sus ganaderos y sus agricultores. Tierra de gran riqueza paisajística y medioambiental, destaca como destino turístico de interior por su importancia artística y cutltural. En Losacio, uno de los municipios de la provincia con restos románicos, se encuentra una de las casas rurales más emblemáticas de la provincia. Construida sobre un antiguo molino, el viajero puede contemplar el funcionamiento de los antiguos molinos y pasar unos días agradables en la tranquilidad de los paisajes de Alba.
Además de Palomares, destacan los hornos en esta comarca. El pan de Carbajales es uno de los símbolos de la gastronomía zamorana. Junto a él, el desaparecido pan de Manzanal, fueron santo y seña de los panes de tierra de Alba, testigo que ahora intentan tomar otros municipios con menos tradición panadera como Videmala.
Zona de autosuficiencia, los licores, vinos caseros y productos de la matanza, junto con las huertas que siguen manteniendo la gran mayoría de los habitantes de los municipios han permitido que en Tierra de Alba se pueda sobrevivir sin apenas comercio, con pequeñas tiendas en algunos de los municipios que proporcionan lo que los propios habitantes no alcanzan a conseguir. Tierra de Alba tuvo que aprender a vivir aislada por los ríos y consiguió crear una identidad propia.
El traje carbajalino está compuesto por el manteo exterior, la camisa el jubón, la gabacha, el mandil, las cintas colocadas sobre la cabeza, las caídas, las medias y los zapatos.
Tierra de Alba debe su nombre al Conde de Alba, que durante años tuvo su residencia en el imperial Castillo de Alba. Un Castillo que, en la actualidad, está en un lamentable estado y que amenaza con el derrumbe. Se encuentra situado en un elevado cerro, desde el cual se controla perfectamente el curso del río Aliste. Fue construido durante el reinado de Fernando II de León y posteriormente perteneció a la Orden del Temple hasta la disolución de esta, en torno al año 1308. Desde este
Si espectacular es el Castillo de Alba, no lo es menos el Fuerte de San Carlos, en Carbajales. Este fuerte constituye un singular ejemplo de fortificación realizada entre el s. XVII y el s. XVIII en la provincia de Zamora, relacionado con la fortalezas defensivas de la frontera hispano portuguesa. Constituye uno de los escasos ejemplos de arquitectura abaluartada conservados e implicado en los acontecimientos bélicos con el vecino país vecino. La Junta de Castilla y León se ha esmerado en los últimos años en su conservación.
Alba es, además, tierra torera. Destacan los espantos de Carbajales, piedra angular de sus fiestas en septiembre, y uno de los festejos taurinos del año. Es tierra taurina desde hace muchos años, cuando Antonio Marquez conocido como Carbonerito, uno de los insignes toreros de principios de siglo y nacido en Manzanal (que le otorgó el nombre de su calle prinicpal) llevó una de las mejores corridas que se podían ver a su pueblo natal. Así lo cuenta la página oficial del municipio: "Fue aquí en Manzanal, un pueblo castellano lamido por las limpias aguas del esla, donde se batieron en las arenas de su ruedo tres de los que fueron indiscutibles maestros de la tauromaquia: MARQUEZ, SOLORZANO y PACO MANZANO "el chico de la Botica". Tal vez nunca, en su ya larga andadura histórica, se convirtiera como ahora lo hizo en el centro de atención, no solo de la comarca y provincia sino incluso de la capital de España. Fueron muchos los hombres estrechamente ligados al mundo de los toros los que acompañaron desde la capital de España al director de lidia: Carnicerito de Málaga, Petisco Chicote, P.G. Somoza, amen de otros corresponsales taurinos, entre ellos ABC". Se convirtió encontes Manzanal y por ende, Tierra de Alba, en el primer lugar donde un pueblo le puso el nombre de una calle a un torero.