Voluntarios de la AECC: la sonrisa en tiempos de enfermedad
A primera hora en el pasillo hay cierto bullicio; es la hora de las analíticas. Después vendrá una "calma chicha", el tiempo de consulta y la quimio. En los baños huele a lejía; hay que desinfectarlos después de cada uso. En los rostros se aprecia el cansancio, la dureza de los tratamientos, pero también la esperanza y una especie de hermandad que une a quienes se saben unidos por el común de una enfermedad: el cáncer.
Estamos en el Servicio de Oncología del Hospital Provincial. Allí las horas no tienen prisa, pasan, sin más, una detrás de otra; pesan.
Familiares y amigos esperan en el pasillo a que los enfermos reciban la quimioterapia, que suele ser un tratamiento largo, de varias horas, que los enfermos sobrellevan con paciencia y hasta con buen humor. Pasan de ser rostros desconocidos a ser rostros amigos que se reencuentran cada dos o tres semanas. Comparten lucha y esperanza. Se desean suerte. Son héroes que visten de paisano.
La Asociación posee una pequeña oficina y una biblioteca con más de 700 ejemplares de libros en el hospital, fruto de las donaciones de particulares y de la colaboración de diversas librerías de la ciudad y provincia. Son libros que vienen a paliar las largas horas de espera o de hospitalización y que intentar hacer más llevadera la estancia en el hospital.
Entre 18 y 21 voluntarios atienden cada semana las dependencias de la Asociación Española Contra el Cáncer en el Hospital Provincial acompañando y asesorando a pacientes y familiares, coordinados por Ana Moreno. Tres voluntarias recorren hoy los pasillos, acompañan a enfermos y familiares y atienden la biblioteca. Mañana serán otros tres. Prefieren no dar sus nombres, mantener en el anonimato su labor callada pero sin pausa. "Voluntarios somos todos, los que estamos hoy y los que vienen el resto de los días. Tendrías que poner el nombre de todos los compañeros". Además la AECC imparte cursos de formación para conocer el perfil del voluntario y desarrollar sus habilidades. Los próximos cursos darán comienzo en enero.
Por otro lado, la Asociación cuenta también con un despacho de primer impacto en el Hospital Virgen de La Concha para ayudar, informar y apoyar a enfermos y familiares cuando la enfermedad es diagnosticada, lo que supone probablemente uno de los momentos más duros para el paciente y su núcleo familiar.
Los voluntarios procuran acompañamiento y asesoramiento a familiares y enfermos, a los que visitan en la segunda planta del Hospital Provincial o en el Virgen de La Concha si tienen que ser internados. A veces su labor es tan simple como escuchar. Tan simple, pero tan difícil en este mundo de prisas e individualismo.
Sus batas blancas se mezclan con las de médicos, enfermeras y auxiliares que hacen su trabajo. Pero ellos detienen el paso, se paran: ¿Un botellín de agua? ¿Un caramelo? ¿Una galletita?, preguntan en voz baja en ese pasillo donde hace calor pero se agradece el calor humano de todo el personal.
Voluntarios, amigos en la lucha. Ellos son la sonrisa en tiempos de enfermedad.