Pasión zamorana al calor del hogar
Lo que unieron los balcones en la ciudad, en Arcenillas lo logró la Semana Santa. La Pasión en pleno confinamiento hermanó a dos familias vecinas en un intento de animar a los más pequeños y vincularlos a unos días festivos en los que las procesiones no iban a recorrer las calles, tal y como se ha replicado este 2021 por segundo año. Con una valla de por medio dividiendo las dos casas, las familias representaron algunas de las cofradías y pasos más destacados de esta fiesta declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional.
El resultado vinculó tanto a las familias Gómez Oñate y Moralejo Riego que, un año después, lo han repetido ya a diez kilómetros de distancia. Unos desde su vivienda habitual en Arcenillas y otros trasladados a su nueva morada en Morales, se han empleado a fondo para recrear todas y cada una de las procesiones en un proceso que comenzaron a idear unos 20 días antes del arranque oficial de la Semana Santa.
"Las dos familias somos muy semanasanteras, por lo que en cuanto nos lo plantearon rápidamente nos apuntamos", señala Sara. "La idea era: si no hay Semana Santa, pues la hacemos". Con la posibilidad de replicar las procesiones respetando en todo momento las restricciones y en un municipio en el que la mayoría de viviendas están dotadas de grandes terrenos con parcelas exteriores, ninguno se lo pensó dos veces. Algo que cambió este 2021, ya con los dos núcleos familiares separados lo que, unido a las restricciones, ha hecho imposible los reencuentros de no convivientes en espacios privados. "Tuvimos que tomar la decisión de forma responsable de hacer las representaciones cada uno desde su casa pero unidos por un corazón semanasantero".
En sus procesiones familiares no ha faltado ni un detalle. Desde las telas de cofrades, los mantos para la Virgen, pasando por la construcción de pasos como La Borriquita o La Lanzada, hasta idear el libro de la hermandad del Yacente, las coronas de espinas o la corona de la Virgen a base de goma eva... Los salones se convirtieron en un auténtico taller donde la purpurina y las bolsas de basura de color verde -como verde es el manto de la Esperanza- han pululado durante más de un mes.
Reciclando manualidades del año pasado, la familia Moralejo Riego rescató el paso también conocido como "Longinos" con el que dieron una sorpresa el año pasado a la familia vecina de la que el progenitor es cargador. "Lo hemos decorado un poco mejor, eso sí, porque el año pasado nos pilló confinados", precisa Sara.
Los padres como artífices de esta iniciativa han contado desde el primer momento con la inestimable ayuda de los más pequeños de la casa – Rosa, Nacho, Alejandro y Valeria con edades comprendidas entre los cinco y los diez años– que han pasado de decorar e idear los mantos tijera en mano, a ponerse al frente de la procesión haciendo las veces del Nazareno o la Soledad con el manto de terciopelo negro y oro que luce en su salida en la madrugada del Viernes Santo.
Las paredes exteriores de la casa han lucido durante estos días una decoración cambiante albergando todos los pasos restantes en tamaño A3, así como los carteles que reproducen los estandartes de las palabras pronunciadas por Cristo en la cruz y que replica la cofradía de las Siete Palabras. El "paseillo" ha contado con cojines albergando los clavos elaborados con papel de albal o Vírgenes a hombros se su padre, todo ello ambientado con la música de los tambores destemplados o de las marchas fúnebres y bajo la tenue luz de los faroles depositados ordenadamente en el suelo. Una composición que ha tratado de reproducir fielmente el espíritu de estos días clave en Zamora.
La pandemia se ha colado inevitablemente en sus carteles al enviar un mensaje de ánimo y una dedicatoria a todos los sanitarios y trabajadores que se han empleado a fondo para combatir el virus, así como a familiares y amigos que han perdido a sus seres queridos. A ellos también les han llevado en el corazón en cada paso, en el Miserere que tanto estremece y que algunos han escuchado desde la cuna.
A falta de dos días para el cierre oficial –en el que a buen seguro tampoco faltarán las varas con los claveles para celebrar la resurrección y el ansiado encuentro de madre e hijo–, el resultado no puede ser más satisfactorio. Las familias han documentado minuciosamente todo el proceso hasta el punto que pretenden hacer un CD recopilatorio como recuerdo de esta experiencia, la misma que han mostrado en todo momento en sus redes sociales y por las que han recibido elogios, incluso del propio alcalde del municipio.
Está siendo una Semana Santa diferente, igual que lo fueron las Navidades –bien lo sabe la familia Moralejo Riego que levantó todo un museo belenístico de Playmobil en el interior de su casa-. Pero si de algo ha servido esta Pasión contenida ha sido para hermanar a los ocho miembros que componen estos dos núcleos familiares y para dejar un recuerdo imborrable a los más pequeños de la casa. Rosa, Nacho, Alejandro y Valeria podrán recordar con añoranza que hubo años en los que las procesiones no recorrieron el corazón de la capital, pero sí lo hicieron a su manera en su casa, en un juego que ha servido para levantar la moral y despertar el fervor por un tiempo en el que las velas nunca se apagan como tampoco lo hace la esperanza en tiempos de soledad y tristeza.