Enero, diecisiete: la "Cofradía" del Cencerro vuelve a las calles
Vestidos de tratantes de ganado y acompañados de una burra, sus miembros reparten roscas y alegría por toda la ciudad
Desde 1962 recorren las calles zamoranas tal día como hoy, festividad de San Antón. Es la Cofradía del Cencerro, o de los "burros", que integrada por una cuarentena de socios reparte roscas de pan, alegría y buen humor por toda la ciudad ataviados con un jubón, una boina y un pañuelo blanco, a la manera de los antiguos tratantes de ganado y acompañados por su inseparable burra, que es tratata a cuerpo de rey como una más.
Ángel Centeno recuerda que, siendo niño, su abuelo -que tenía un taller de carpintería donde ahora se alza la oficina de Banesto- invitaba cada año a sus amigos a la típica sanantonada, consistente en un plato de alubias con distintas piezas del cerdo. Al fallecer su abuelo, en 1957, aquella tradición se perdió pues sus tíos no continuaron el relevo, por lo que en 1962 a Ángel se le ocurrió invitar a unos amigos a comer la sanantonada. Aquella comida -de la que sólo quedan tres fundadores: el propio Ángel Centeno, Tasio de la Rosa y Manolo Ramos "Bullas"- sería el germen de la "Cofradía" del Cencerro, profana por estatutos pero sagrada por amistades de toda la vida.
Entonces era normal que mozos y mozas se enviasen misivas de felicitación llamándose "burros" en la festividad de San Antonio Abad, patrono de los animales, que cuenta con numerosas celebraciones en la capital y en la provincia. Como curiosidad, este tipo de jubón, pero sin cuello, era el que utilizaban los pimienteros aún a mediados del siglo XX.
Tampoco está Antonio tras la barra del Chimeno -aunque continúa el negocio su hijo- ni "El Chulo" al frente de la antigua Mortera, donde las tapas de Magdalena sabían a gloria. El restaurante España cerró sus puertas y no queda ni en la calle Pelayo ni en San Andrés rastro del Rocío de Agustín El Rejo ni de muchos de aquellos bares y locales donde los hermanos burros acudían con su burra a chatear -de tomar chatos de vino, nada que ver con las nuevas tecnologías- y a repartir las tradicionales roscas de pan.
Pero el espíritu de la Cofradía del Cencerro sigue siendo el mismo: festejar a San Antón y hacer partícipes a los zamoranos de su alegría. Enero, diecisiete. Esta tarde, a partir de las siete y media, volverán a la calle. Entonces, cuando suenen las dulzainas y el redoblante y aparezcan sus figuras con babis negros, cientos de zamoranos se unirán a la fiesta y compartirán con ellos un año más de buen humor y amistad en honor de San Antonio Abad.