El gran error europeo: los vehículos Diesel

Promover la venta de vehículos Diesel parecía una buena estrategia para reducir las emisiones de CO2  pero, a día de hoy, siguen tratando de ocultar sus consecuncias

La venta masiva de los vehículos Diesel se incrementó a raíz de una mala estrategia de la Unión Europea por reducir las emisiones de CO2, gas principalmente causante del efecto invernadero. Más adelante unos estudios revelaron la peligrosidad de los óxidos de nitrógeno, más conocidos como NOx, unas partículas presentes en grandes cantidades en los gases que desprenden los Diesel y que pueden penetrar en los pulmones y en el flujo sanguíneo provocando mutaciones en las células, es decir, emiten partículas cancerígenas que las personas están respirando diariamente, pero eso es algo que las industrias automovilísticas aún se esfuerzan por esconder.

Los Diesel comenzaron a crecer convirtiéndose en protagonistas de unas ventas masivas, la razón fue una equivocada estrategia de la UE. Europa se posicionó como el único punto del mundo en el que la compra de los motores Diesel respecto de los gasolina fue muy superior. Esto surgió tras la percepción del calentamiento global como un problema real y cercano, y el planteamiento de la UE fue facilitar la compra de vehículos Diesel puesto que tenían una ligera mayor eficiencia con lo que producían menos cantidad de CO2, gas principalmente causante del efecto invernadero.

No es que esto se desconociera, sí que se sabía que los motores Diesel eran más perjudiciales para la salud, incluso los propios ingenieros de marcas conocidas han afirmado recientemente que si que conocían los grandes perjuicios que iban a tener los coches Diesel, pero que no les interesaba debido a las facilidades que les daba el gobierno para su venta, y es que eso les beneficiaba económicamente.

La contaminación no es el único problema de los motores de ciclo Diesel; estos tienen un ratio de comprensión mucho mayor que un motor convencional de gasolina, en ocasiones pueden llegar al doble. Por consecuencia, estos motores Diesel se tienen que construir de un material mucho más resistente y con lo cual más pesado que un motor gasolina. Además los motores Diesel sufren mucho más en el entorno urbano, que es para lo que lo utiliza la gran mayoría de la población. Son motores más complicados y por tanto con reparaciones mucho más frecuentes y costosas que un gasolina. La gente tiende a pensar que es al contrario, que los motores Diesel son más fiables, pero sobretodo en los años 90 o 2000 -que es cuando los gasolina, por regla general, no tenían turbo- los motores Diesel necesitaban incorporarle un turbo para igualar una potencia similar a la de un vehículo gasolina con la misma cilindrada, incorporando así un elemento mecánico a mayores y, además, un elemento muy frágil. Una reparación de un turbo roto puede ascender fácilmente a los 1000 o 2000 euros.

Ahora los Diesel están muy mal vistos y son muchos los que se preguntan a qué se debe esta repentina discrepancia. Todo surgió a raíz del caso Diesel gate de la empresa Volkswagen en septiembre de 2015, quienes básicamente trucaban los coches para conseguir pasar los límites de emisiones de la UE puesto que no eran capaces de cumplir con los límites impuestos respecto al CO2 y a unas partículas conocidas como NOx, querían conseguir un coche barato, con buena potencia y buen consumo y en consecuencia incluyeron en algunos motores Diesel un software que detectaba cuando el coche estaba en proceso de homologación para reducir las emisiones contaminantes y pasar las pruebas. Este fraude afectó tanto a coches de la marca Volkswagen como a Audi, Skoda, Seat e incluso Porsche. Con eso se visibilizó el gran problema de los vehículos Diesel: los óxidos de nitrógeno, los cuales son culpables de grandes enfermedades pulmonares además de ser considerados como partículas cancerígenas y altamente peligrosas. Con esto lo que se busca es dar un paso más hacia la sostenibilidad eléctrica y que poco a poco la gente vaya pasando de los Diesel a los gasolina, de los gasolina a los híbridos y de los híbridos a los eléctricos.

El futuro de los Diesel cada vez está más claro. Durante los últimos años las restricciones son más que notables, ciudades como Oslo (Noruega) prohibieron temporalmente la circulación de coches Diesel. En España, Madrid ya se ha sumado a estas restricciones que consisten en limitar la circulación de aquellos vehículos que no dispongan de la pegatina "ECO" O "0" en función de si su matrícula es par o impar en días de alta contaminación. En un futuro no muy lejano, se ha anunciado que estas prohibiciones se endurecerán y los vehículos Diesel anteriores a 2006 y los gasolina anteriores al 2000, no podrán aparcar en la capital a partir de 2020. En 2025 las prohibiciones serán más estrictas y se vetará la entrada a la ciudad a estos vehículos.

Compañías como Tesla han demostrado que es posible utilizar un coche eléctrico como coche diario y que no es algo lejano, que ya existe y que funciona muy bien. Por lo tanto con los coches de combustión interna pasará lo mismo que con los caballos, antes estos animales eran el medio de transporte por excelencia y los humanos estaban prácticamente acabando con su existencia. Cuando llegaron los coches, los caballos recibieron un descanso como vehículos y actualmente se usan como un entretenimiento para aquellos jinetes que los usan como medio de ocio. Lo mismo pasará con los coches gasolina, se acabarán utilizando los fines de semana de forma únicamente lúdica para aquellos amantes de circuitos y competiciones y se dejarán los eléctricos como medios de transporte para el uso diario.

La gente tiende a decir que habría que ver de donde sale la electricidad para utilizar un vehículo eléctrico, aseguran que también contamina la procedencia de esa electricidad: lo primero es que existen las energías renovables y habrá que potenciarlas y lo segundo, y que mucha gente no sabe o no se lo plantea, es que producir la gasolina que consume un coche también gasta electricidad, y eso es solamente el hecho de producirla. Se realizó recientemente un estudio en el que se demostraba que con la electricidad que se necesita para producir la gasolina que utiliza un coche convencional para recorrer 100 km, podría circular un vehículo eléctrico durante 50 km.

Tras encuestar a 60 personas mayores de 18 años y de las cuales tan solo dos no poseían ningún vehículo, se han obtenido unos interesantes resultados. Casi un 70% de los encuestados posee un vehículo Diesel y el resto, un gasolina. Ninguna de las personas participantes en el experimento poseen un híbrido o un eléctrico y un 71,9% ni siquiera se plantea su compra a largo o corto plazo. Las razones planteadas son muy diversas, algunos piensan que son vehículos poco fiables, a otros les preocupa su autonomía y otros simplemente consideran que no les hace sentir lo mismo que un gasolina. Sin embargo; el argumento aportado por un 49,9% de los encuestados es que tienen un precio excesivo. Tras explicarles que hay híbridos convencionales nuevos alrededor de los 20.000€ y eléctricos en las mismas condiciones por 30.000€, un 50% aseguraba no conocer este dato y un 39,1% se plantearía ahora la compra de un híbrido o un eléctrico. Al analizar los resultados se puede afirmar que muchas veces el problema no es otro que la desinformación, las industrias van a seguir recomendando los vehículos Diesel porque tienen revisiones más costosas y reparaciones más caras y complejas. Muchos compradores se respaldan en el hecho de que los vehículos Diesel consumen menos, pero no se paran a pensar en lo insignificante que es la diferencia en función a las costosas revisiones, impuestos, ITV y reparaciones, además de los constantes y complejos problemas que pueden llegar a dar.