El Caos Global: La Teoría del Revuelo Confirmada Cuando creías que no podía ir a peor... ¡sorpresa, sí podía!

El caos, la teoría cierta del revuelo
Si alguien tenía dudas de que el mundo se ha vuelto loco, basta con echar un vistazo al mapa y darle al scroll en cualquier red social para entender que la teoría del revuelo ya no es teoría: es práctica, rutina y, por qué no decirlo, deporte olímpico.

Empecemos con Rusia, que ha decidido que ya que no gana simpatías, al menos gane titulares. Putin ha enviado drones a Polonia, y no precisamente como gesto de buena vecindad. Se sospecha que los juguetes voladores tenían como destino un aeropuerto por donde pasa la ayuda internacional con destino a Ucrania. La idea: molestar lo suficiente para que la OTAN no se olvide de quién lleva tres años tensando la cuerda. El loco ruso mantiene desde hace 3 años a los ucranianos bajo el yugo de su capricho, y a Putin le da lo mismo todo mientras se cumpla su ansia de poder imperialista.

Mientras tanto, en Oriente Próximo, Netanyahu parece jugar al Tetris con vidas humanas. Gaza, que ya era un infierno con sol, se estrecha ahora en una franja que cabe en un GPS de coche. Un kilómetro de ancho por catorce de largo, como si fuese una parcela en una urbanización maldita. ¿Objetivo? “Seguridad”, dicen. ¿Realidad? Un confinamiento con sabor a apartheid.

 Y cruzando el charco, Estados Unidos no se queda corto. El asesinato de un joven radical de ultraderecha ha agitado el avispero. Demócratas y republicanos se echan las culpas mientras el país baila al borde de una pseudo guerra civil, que si no es guerra es por falta de tiempo... o de balas, aunque de eso no andan escasos.

Por si todo esto no fuera suficiente, la gripe aviar ha vuelto a entrar en España como si no tuviéramos ya suficientes virus, desgracias y sobresaltos. No sabemos si es un castigo divino, una venganza animal o simplemente el recordatorio de que la naturaleza siempre nos gana la partida.

En resumen: el mundo arde, la política se descompone, la sociedad se polariza y el sentido común se ha ido de vacaciones sin billete de vuelta.  

El caos ya no es un futuro distópico. Es el ahora. Y lo peor de todo… es que ya ni nos sorprende.