Que el confinamiento no impida disfrutar de la tradición del Dos y Pingada

Domingo de Resurrección, la Semana Santa más triste llega a su fin. Zamora está vacía y en silencio. Los cielos no podrán tronar ante los disparos que anuncian que la Virgen ya no está de luto. Pero sí podemos honrar el final de la semana de pasión, con uno de nuestros productos estrella: el Dos y Pingada. Hagamos que la tradición, aunque sea de una forma atípica, se mantenga y nos otorgue de fuerzas los 355 días que restan para ver al mozo cruzar el Puente de Piedra.

Último día de la Semana Santa más triste y atípica, un Domingo de Resurrección apagado y grisáceo, hoy tendría que ser un día en el que la alegría fluyese por las calles, sin embargo, no podemos escuchar los disparos que indican que la Virgen ya no está de luto, tenemos silencio, vacío, en sentido literal y metáforico. El coronavirus nos tiene en nuestras casas, confinados, viendo la Semana Santa de años atrás, cuando no imaginábamos que esto podría llegar a suceder.

Pero si hay algo que podemos hacer es seguir disfrutando de los pequeños placeres gastronómicos que nos ofrece la Semana Santa. En familia o en la lejanía, el Dos y Pingada tiene que seguir siendo tradición durante el Domingo de Resurrección. Porque este domingo, de celebración si la ocasión hubiese sido normal, tiene que ser de esperanza, de aferrarse al optimismo para aguantar lo que nos queda por delante.

Quizá, un plato como el Dos y Pingada sea un buen remedio, una forma de animarnos con este producto típico de la Semana Santa zamorana, que nos traslade a los momentos de felicidad pasados y que están por llegar. 

Los ingredientes son de lo más simples:

• Dos huevos.
• Jamón.
• Buena compañía.

Y es que sea como fuere, la mejor forma de celebrar el final de esta semana es con esa gente tan merecedora de tu estima, en casa o en la lejanía, y disfrutar de este plato compuesto por dos huevos fritos y jamón serrano, en ocasiones acompañado por patatas fritas o cocidas, chorizo, tocino o beicon.

Ya esperamos la próxima, esta vez con más ganas que nunca. Zamora seguirá vacía, en su confinamiento, a la espera de que el mozo cruce el puente de piedra anunciando el comienzo de la semana de pasión, que tanto hemos añorado.